Lucas 12, 13-21 

"Guardaos de toda clase de codicia"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Importante descubrir en el texto del evangelio de hoy cómo en aquel rico se da:
-una inmensa pobreza y soledad: creía tenerlo todo,
-una gran inseguridad: cree tener ya asegurado todo su futuro;
-un voraz egoísmo: sólo sueña con amontonar para sí mismo.
Jesús es realista. Los bienes -no son ni buenos ni malos; son necesarios para la vida;
-se hacen perversos; concentrados en una persona, producen
ricos/pobres..


Como el capitalismo moderno, que siempre necesita crecer, multiplicar mercados, acumular
reservas, el protagonista de la parábola destruye sus graneros -no por viejos sino por pequeños- para
hacerlos mayores. Así (piensa él) acumulando para muchos años. podrá pasar bien el resto de su vida:
sin trabajar, sólo dedicado a descansar, a comer y a beber, a derrocar y gozar sin dar golpe.


Pero sucede lo inesperado y no previsto. Le dice Dios: "Necio, esta noche te van a exigir la vida". Se
convierte así de una vida aparentemente exitosa en otra realmente fracasada. Y termina la parábola:
"Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios".


Parábola muy adecuada a nuestra cultura "occidental y cristiana", que, casi siempre, se identifica
con el capitalismo burgués. De ahí que, por todos los medios, queremos crear más riqueza, crecer
más y más sin saciarnos nunca, concentrar, acumular capital, a pesar de la inmensa pobreza que 
esta misma actitud va creando en buena parte del mundo.


¿Algunas diferencias? El protagonista de la parábola llega a sentirse saciado, contento, satisfecho,
mientras hoy todos seguimos queriendo más, nos seguimos sintiendo insatisfechos y no vemos aún
el tiempo de descansar. Lo dice el cantar popular: "Todos queremos más..."


Jesús no denuncia el trabajo, obligatorio para todos, ni denuncia tampoco la creación de bienes. 
Lo que denuncia Jesús es que hagamos consistir la vida en una carrera desenfrenada por adquirir de 
la forma que sea más y más capital.


No se dio cuenta el rico que su vida, el mayor bien que tenía, no era de su propiedad. El, que había
sido creado para amar y compartir, vivir en comunidad y ser feliz dando siempre amor, se
convierte por su egoísmo en el ser más solitario y, como está solo, se cree autosuficiente, no 
consulta con nadie y es Dios el que tiene que intervenir: "Insensato, le dice, esta misma noche te
van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?