Lucas 12, 49-53 

"No he venido a traer paz sino división"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Estamos acostumbrados a fijar en nuestra cabeza imágenes dulzonas del Sagrado Corazón de Jesús.
Hoy nos presenta el Evangelio la de un Jesús diferente. En consonancia con este Jesús diferente,
pueden parecernos excesivamente duras las palabras que hoy pronuncia Jesús. Y podemos caer en la
tentaci´n de silenciarlas por haberlas interpretado mal. Hagamos un esfuerzo y descubramos, con la
ayuda del Padre, que Jesús no es violento. El cambio revolucionario, que el quiere para el hombre,
debe hacerse cambiando el corazón y siempre por amor.


El Bíblico 2002 hace un comentario muy enriquecedor a este Evangelio. Dice así:
"Hay una violencia, que es provocada por las personas. Pero hay también una violencia, que es fruto 
de la vida misma y es absolutamente necesaria, porque sin ella la vida no tendría lugar.
Desde el primer momento de su existencia, la vida, cualquier vida, tine algo de lucha. La vida sufre
violencia para nacer. También para crecer, para madurar. Todo cambio es doloroso, porque supone
romper con lo que era para empezar de una forma nueva.


Jesús era bien consciente de esta realidad. El cambio, que su predicación y su presencia ofrecía a
las gentes de su tiempo, no se podía producir sin dolor, sin violencia. Suponía cambios grandes en la
sociedad y en el futuro de las personas. Muchos no estaban interesados en ese cambio. Eso creó
enfrentamientos en torno a Jesús.


Eso ha creado también problemas a cuantos se han tomado en serio el Evangelio a lo largo de estos
dos mil años. Y hoy el Reino de Dios también sigue provocando violencia. El Reino supone cambios
y conversión en nuestra vida personal y social. Son cambios que a muchos no nos gustan, aunque nos
confesemos cristianos y frecuentemos las iglesias. Pero es el único camino para alcanzar la 
la libertad y la vida, que Jesús nos ofrece en el Reino del Padre.


Como dice Juan Pablo II en su encíclica "Centessimus Annus", "los cristianos no nos enfrentamos a
nadie; sólo luchamos por la Justicia". Lo que sucede es que a veces el conflicto es inevitable con los
que se oponen a ella. No tener miedo y saber asumir el conflicto, como Jesús, cuando no hay otro
remedio, es una actitud cristiana."


Para el cambio del corazón, Jesús pagó un precio muy alto: ser ajusticiado en la cruz (ser sumergido
por las aguas) con una muerte injusta. Pero sólo así, como El hizo, dando la vida por amor, es como
nos abre el camino de la paz verdadera.