Lucas 13, 1-9 

"Si no os convertís, todos pereceréis"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Le relatan a Jesús un motín de galileos, que ha tenido lugar en el patio del templo, y la intervención
violenta de la "guardia romana", derramando sangre en aquel lugar sagrado. esperan de Jesús una
condena sin paliativos. Jesús, sin embargo, les llama la atención sobre lo esencial. "Los patriotas
galileos (les dice) eran hombres violentos", como también lo eran los soldados romanos, que los mataron.
Y les llama a todos a la conversión para que puedan sobrevivir. Siempre mediante el espíritu de 
perdón. NO HAY OTRA SALIDA.


Cuando nos sucede una desgracia, decimos: "¿Qué pecado habré cometido para que Dios me castigue
así?" Porque: -creemos que la Justicia de Dios es como la nuestra
-y por eso Dios debe castigar en esta vida.


No somos capaces de descubrir que Dios es diferente y perfecto: "que hace salir el sol sobre buenos
y malos y caer la lluvia sobre justos y pecadores". En realidad, sólo hay un castigo de Dios:
perderlo a El para siempre.


Si se habla de los castigos de Dios en el Antiguo Testamento es porque no tenían aún los judíos la fe
en la otra vida. Por eso, creían que Dios -para ser justo- tenía que castigar o premiar en esta vida. Así
se manifestaban los signos de reprobación en los pecadores para que los buenos fortalecieran su
esperanza. Por eso, explicaban los desastres de la naturaleza, el mismo dolor humano, como
consecuencia de los pecados de quien los padecía.


Nos invita Jesús a mirar la realidad de frente. Sabemos que este tipo de explicaciones son falsas y nada
tienen que ver con la realidad. Sabemos bien que nosotros no somos mejor que todo el mundo, que 
existe de sufrientes, que soportan sobre sus débiles hombros las consecuencias de la fuerz
incontrolada de la naturaleza o de la violencia humana. Se rata, simplemente, de que los accidentes
son accidentes. .


Por eso, lo que debemos hacer es aprovechar el tiempo presente, que se nos regala, asumiendo
nuestra responsabilidad en la lucha contra el hambre, la injusticia, los desastres y el dolor de nuestros
semejantes y acompañar con cariño y amor a quienes sufren las consecuencias absurdas del mal.
. Que el evangelio de hoy nos ayude a saber adoptar en nuestra vida la actitud de espera del 


viñador, que da un plazo más, un año, a la higuera. El, con esta actitud, está abierto a la esperanza. Y,
mientras tanto hace lo que debe. Sigue trabajando: cava y abona.
La paciencia de Dios contrasta con nuestra impaciencia. Queremos ver de inmediato, ya los resultados
y que todo se arregle. La vida no es así: crece lentamente. ¿APRENDEREMOS LA LECCION?