Mateo 5, 1-12 

Festividad de Todos los Santos

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Gustavo Gutiérrez, el gran teólogo peruano y autor de la teología de la Liberación, y, últimamente,
miembro de la Orden de Predicadores (Dominicos), nos habla así de las Bienaventuranzas en Mateo:
"Bienaventurados los pobres de espíritu", dice el señor al empezar la proclamación del Reino de
vida con el llamado sermón de la montaña. Mateo termina la presentación de ese anuncio en el cap.25:
allí nos refiere que entrarán al Reino quienes supieron ser sensibles a las necesidades de los pobres.


Las ocho bienaventuranzas nos hablan de las actitudes fundamentales de los discípulos de Jesús, de
los cristianos. El discípulo debe confiar plenamente en Dios ("pobres de espíritu"), debe compartir
el sufrimiento de los otros ("los que lloran"), debe tener, como el Señor, un trato amable con los
demás ("los mansos"), ha de querer ardientemente que la justicia reine en este mundo ("los 
hambrientos y sedientos de justicia"). El discípulo debe, además, tener el corazón en los pobres ("los
míseros") de la historia ("los misericordiosos"), debe ser coherente e íntegro en su vida ("los limpios
de corazón"), debe procurar que se establezca la paz, como consecuencia de la justicia ("los artesanos
de la paz"). Todo esto le va a significar ser hostilizado por quienes se niegan a reconocer los
derechos de los otros ("los perseguidos por la justicia").


En el cap. 25 nos lo aclara Mateo: Discípulo de Jesús es aquél que "da de comer al hambriento, de
beber al sediento", etc. Vale decir, es aquél, que se compromete con los necesitados. Pobre
espiritual es quien traduce su amor a Dios y al prójimo haciéndose solidario con los pobres reales,
materiales. En el gesto hacia el pobre, marginado y oprimido, encontrará a Cristo mismo. "A mí me lo
hicisteis". Y encontrar al Señor es una gracia. Si así lo hacemos, necesariamente provocaremos
resistencia y hostilidad y tendremos que pasar "la gran persecución". Recibir el don de ser hijo de
Dios implica una auténtica fraternidad y justicia en nuestra sociedad.


Paul Tillich decía:"Un santo es un pecador de quien Dios ha tenido misericordia".


Sin las actitudes, que nos señalan las Bienaventuranzas, no sabremos mantener viva la esperanza de
que veremos a Dios "tal como es". Y de esa visión disfrutan ya todos los santos. ¡Benditos sean!