Lucas 14, 15-24 

"Que entren hasta que se llene la casa"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

La imagen del banquete y de los invitados la aprovecha Jesús para hablar del Reino de Dios. Desde el
principio fue la mesa (horizontal) el símbolo más importante para los primeros cristianos. Después sería
sustituida (degraciadamente) por el altar (vertical).


El tema, que hoy debate el Evangelio es claro y sencillo:
- los ricos están bastante liados en sus asuntos económicos. No les interesa el Banquete del Reino.
- para los pobres y excluidos el Reino de Dios, este Banquete, es lo más importante de su vida.
Debemos tener en cuenta que Jesús no habla solamente de un Reino en la otra vida. Cree que es
posible iniciarlo en esta vida, en el tiempo presente.
El Banquete está preparado. -La gente importante invitada alega excusas para no acudir a la fiesta: el
cuidado de los negocios (campos, bueyes, empresas varias, etc.).
-Otros se excusan con la propia realidad familiar.
-Unos terceros, alegan excusas varias para no acudir.
En definitiva, todos éstos rechazan la invitación.


Las encuestas están de moda: unas nos dicen el número de creyentes no practicantes. Sería muy
útil saber también cuántos son los practicantes no creyentes. Jesús invita ahora con un ofrecimiento
más amplio, que llega hasta todos los marginados de la sociedad. Y ante esta actitud de Jesús...
Unas preguntas: ¿Por qué salir a los caminos en busca de todos los marginados, es decir, de los
pobres? ¿Por qué mirar con mayor comprensión a los divorciados, a las parejas de hecho? La
respuesta es sencilla, clara y terminante: "Por tener los mismos sentimientos de Jesús: misericordia
y amor. Sólo caminando por las rutas embarradas de la vida descubriremos al Dios, que buscamos,
descubriremos a Jesús, esa presencia en pequeñez humana (como llama Casaldáliga a Cristo,
el Dios hecho hombre).


Buen momento para que la Iglesia, obedeciendo el mandato de Jesús, salga a los caminos e invite a su
mesa a los excluidos de la historia.


Buen momento para ejercitar nuestra solidaridad con los más pequeños, de los que nada vamos a
recibir a cambio. Seguiríamos así la actitud humilde y servicial de Jesús en el misterio de su
Encarnación.


La parábola de Jesús es muy significativa para cada uno de nosotros: la invitación, la predicación de
Jesús es escuchada sólo por los que tienen un corazón limpio y sencillo. Sólo ellos, serán felices,
dichosos, bienaventurados.Y VERAN A DIOS. LO HA PROMETIDO JESUS.