Lucas 16, 9-15 

"No podéis servir a Dios y al dinero"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

"La conclusión más importante es la que, en un marco de controversia con los fariseos, el evangelista ha colocado al final: hay que hacer una opción clara respecto al Señor, que establece las leyes, que debemos obedecer. Los dos señores en pugna son Dios y el dinero. Y la decisión en favor de uno nos coloca automáticamente en el bando adverso del otro. El dinero puede brindar consideración y respetabilidad en las sociedades humanas del presente, pero esa consideración es
engaño y abominación ante los ojos de Dios.


Desde esta conclusión, la más radical de la enseñanza, se deben tener en cuenta otros dos aspectos: 

 

1° Los bienes de la tierra han sido ofrecidos al ser humano en vistas a establecer la comunión con los otros seres humanos. El dinero debe servir para hacernos amigos y ello puede realizarse solamente si manifestamos una real voluntad de compartir con los demás.
2° Finalmente, se establece que, frente a él, debemos comportarnos como administradores y, para éstos la exigencia primordial es la de ser fiel al que nos la ha confiado. La ubicación de Dios como unico Señor de la vida, el considerar los bienes como trampolín para una verdadera comunión con nuestros semejantes y el no traicionar nuestra función de administradores de Dios, son las tres líneas más significativas, que deben regular nuestra conducta respecto al ámbito de la posesión Los fariseos, amigos del dinero, se burlan de Jesús. Su radicalidad no cuenta con ellos. Dios conoce
su corazón. Jesús mantiene ante la burla de todos sus enemigos el planteamiento inicial y radical: Lo estimable para los seres humanos (amor al dinero) es abominable para Dios".


Lo verdadero, lo nuestro, es el Reino de Dios Ahora bien: "el que no es fiel ni siquiera con el dinero injusto y ajeno, no es digno de que se le confíen los asuntos verdaderos y propios del Reino de Dios.
Y con la amistad, hecha con este dinero inicuo e injusto, no podremos nunca entrar en las moradas