Marcos 8, 22-26 

"Curó al ciego: y veía todo con claridad"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Se dan tres pasos: 1) Presentación del ciego.2) Petición de curación. 3) Acción sanadora de Jesús.
- Un ciego de nacimiento, al recuperar la visión, necesita un tiempo de aprendizaje para comprender lo que ven sus ojos y poder, sobre todo, apreciar las distancias. Por eso, Jesús le impone dos veces las manos al ciego sobre sus ojos.
En una primera visión, ve a la humanidad como un conjunto de árboles, todos iguales, que van sin rumbo de un lado para otro. Buen símbolo de una humanidad alienada: hombres y mujeres piensan, se comportan y se visten todos de la misma manera, como otros tantos árboles en el bosque.
- Ayuda después al ciego a superar su pesimismo y a ver mejor y a más distancia (abarcando más). Nos enseña así que la humanidad, aunque alienada, puede liberarse, divisando horizontes más claros por los que dirigir sus pasos, encaminarse, pues no todo está perdido.
- Finalmente, si se abren bien los ojos, se puede distinguir un camino de esperanza. Nos ayuda Jesus a ver más y mejor iluminados por la esperanza.
- Para llegar hasta aquí tenemos que romper con ideologías sectarias y seguir el camino de Jesús, aunque algunas veces lo encontremos muy periférico.
- Termina el relato pidiendo Jesús al ciego que no entre en su aldea. Porque habría venido toda la gente boquiabierta y molestarían a Jesús llevados sólo por la curiosidad de mirarle y tocarle.
- El seguir a Jesús exige cosas que no son lógicas: por ejemplo, creer en un Dios que muere en la cruz, impotente para liberarse del suplicio, que comparte todo con los marginados y que cree en un mundo en el que reine la igualdad, la justicia, el amor y la paz.
¿Habremos cambiado nosotros al Cristo de la Cruz por un Cristo de poder y majestad, que en nada nos complica la vida.