Lucas 6, 43-49 

"Lo que rebasa del corazón, lo habla la boca"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Dos unidades literarias descubrimos en el texto de hoy: 
1) vv. 43-45: Imágenes, que ilustran una advertencia de Jesús a sus discípulos sobre la necesidad de
ser coherentes en la vida. Para demostrar que somos sus seguidores, no bastan las palabras, son
necesarias las obras. En castellano, lo decimos claramente: "Las palabras vuelan, se las lleva el
viento; las obras permanecen".
Jesús se dirige al corazón, como fuente de las acciones y le pide que sea coherente. Para el
Evangelio hay una relación entre el centro de la persona, el corazón, y el comportamiento externo
(obras, acciones). Por eso, nos recuerda: "No hay árbol bueno, que dé frutos malos, ni árbol malo,
que dé frutos buenos". El criterio fundamental, según las palabras de Jesús, desde donde se debe
discernir la vida de un cristiano, son los frutos.
2) La segunda unidad del relato (vv. 46-49) está compuesta por una pequeña parábola, cuyo mensaje
es claro y directo: poner en práctica las palabras de Jesús es el fundamento más sólido de la vida de
creyente y, por tanto, el mejor criterio para distinguir al verdadero del falso discípulo.
Nos invita la parábola a escuchar la Palabra de Dios, pero, sobre todo, a convertir esta palabra en
acciones concretas de vida.
Mateo nos dice que Jesús es "el hijo del carpintero". Marcos, simplemente, lo llama "carpintero". La
palabra, que ambos usan, techton, significa albañil, constructor. Jesús se dedicó más a construir
casas que a ser carpintero. Con José y sin él, después de su muerte, Jesús pasó gran parte de su
vida construyendo casas para la gente y también haciendo los muebles necesarios, dado que en 
aquel tiempo no había gran diferencia entre albañil y carpintero.
Construir una casa sobre roca o sobre arena. ¿Cuál es la diferencia? La diferencia es que la roca
es una cosa, y la arena un millón de cosas. Construye una casa apoyada en un millón de cosas
pequeñas, que no tienen relación entre ellas, y es seguro que pronto se vendrá abajo. Como albañil,
sabía también Jesús que la presencia de arena indicaba que por debajo había habido agua y que,
por supuesto, podía volver a haberla. Y, entonces, sería absurdo edificar allí. Jesús sabía algo sobre
cómo edificar. ¿O es que creemos que sólo estaba interesado en asuntos religiosos y descuidaba
su profesión laboral de albañil/carpintero?