Mateo 16, 24-28 

Cargar con la cruz y seguir a Jesús

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Ser seguidor de Jesús quiere decir entregarse a Dios y seguir siempre a Jesús, aunque haya que 
llevar la cruz. No hay renovación si no se da muerte a formas viejas de pensar. Así, perdiendo la vida,
se encuentra la verdadera. Les dice que "algunos lo verán venir": significa que serán testigos de su
resurrección. Ayer predijo Jesús su pasión y regañó a Pedro. Ahora nos habla de las condiciones
para el seguimiento: renunciar, tomar la cruz para compartir con Jesús su destino en la cruz, que se
hace resurrección. Así el verdadero cristiano estará dispuesto a cualquier sacrificio para vivir como
Cristo y encontrar en El la verdadera vida.
Aceptar a Jesús como servidor sufriente no es fácil, pero no hay otro camino: no hay resurrección
sin cruz. Esto significa pensar y actuar, comportarse como Jesús lo haría en las situaciones
concretas de cada día. Esta forma de ver el seguimiento puede parecer difícil, "estrecha", pero "es
la senda que conduce a la vida". (Mt 7, 14).
Jesús no nos engaña, nos anima y hace ver claramente que quien desee hacerse discípulo suyo no
obtendrá triunfos fáciles, sino sacrificio; pero también aclara que este sacrificio es el que conviene;
es válido, pues por él se obtiene "la gloria del Padre" en la que cada uno participará según lo realizado
en esta vida.
La imitación de Cristo, así, se hace por el camino de la cruz, que es, aunque a primera vista
parezca contradictorio, un camino hacia la vida.
Tenemos que esforzarnos por no seguir el camino de este mundo y tener el coraje de saber
"perder" la vida por la Causa del Reino, que es la causa de Dios mismo, que ha hecho suya la causa
del ser humano: dar la vida por ese Reino es buscar la vida para todos, la paz, la justicia, la alegría,
la fraternidad, la sororidad...