Mateo 18, 15-20 

La corrección fraterna

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Bellísima la enseñanza de Jesús y muy oportuna su invitación, basadas en normas concretas y
progresivas para que se dé la disciplina comunitaria, como fruto de la reconciliación y del amor.
El objetivo es siempre salvar al pecador. Importante para ello reconocernos a nosotros mismos
como perdonados, que deben perdonar. Así actuaremos siempre en sintonía con Jesús.
En la relación entre creyentes se busca primero un arreglo por las buenas, después el arbitraje.
1) Por eso, en primer lugar, se dispone un proceso de corrección fraterna, no para avergonzar al
hermano, sino para ganarlo reintegrándole a la comunidad. Cada miembro de la comunidad debe ser
responsable de la comprensión del que peca para que se convierta y viva.
2) Si este intento fracasa, el segundo paso es llamar a uno o dos miembros de la comunidad para
llegar a la reconciliación.
3) Si también fracasa, habrá que recurrir a la Comunidad/Iglesia, última responsable de su 
fidelidad al proyecto de salvación. Y es a la Iglesia entera a la que Jesús concede aquí el atar y
desatar, es decir, la capacidad ilimitada del perdón, tal como lo hace siempre el Padre Dios.
4) Nos habla también de la eficacia de la oración, que sólo puede darse superando la agresividad
y siguiendo la práctica histórica de Jesús, que llama a la unidad en el amor y la paz en un mundo
dividido y agredido por el egoísmo. "Donde estéis dos o tres reunidos, allí con vosotros también
estoy yo", nos promete Jesús. Porque sólo con su prsencia y gracia nos reconciliamos como
hermanos y así, como hijos nos comunicamos y sintonizamos con nuestro Padre del Cielo.