Juan 15, 1-8 

"Permaneced en mí y yo en vosotros"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

La vid es Jesús, el viñador es el Padre, las ramas/sarmientos son los oyentes, los frutos se
aclararán al final.
La vid se planta para dar frutos y las ramas (los sarmientos) sólo se cargarán de fruto/uva en la
medida de que estén unidos a la vid. Lo expresa Jesús con las palabras. "Permaneced en mí".
Por eso, sólo unidos a Cristo, es decir, permaneciendo en El, podremos dar frutos abundantes y
apetitosos. Sin El, nada de nada. El destino inexorable de la rama cortada es el fuego.
Importante aclarar: -los frutos no dependen de nosotros, sino de nuestra integración/unión,
pertenencia y comunión con la vid verdadera, que es Cristo;
-la vida: -nos viene de dentro,
-y engendra más vida hacia afuera: son los frutos;
-trae como consecuencia natural la alegría, porque alegría y vida van de la mano.
Recordemos también, para que no se repita en nosotros:
-que la primera vid le fue quitada a un pueblo y entregada a otro para que diera fruto en su tiempo;
-no sea que la vid, que aquí se dice verdadera tenga que enfrentarse con nuestra no-verdad,
es decir, con la mentira, a la que Juan llama demoníaca (ya que el Diablo es para él "padre de
la mentira).
No llenemos nuestra vida de superficialidades, porque sólo cuando venga el vino de la vid verdadera,
llegará también a nosotros la alegría verdadera. Y, como consecuencia, sólo cuando los que nos
decimos seguidores de Jesús sepamos dar frutos de la vid verdadera, la alegría vendrá a nosotros
y será inmensa. Porque esos frutos "permanecerán" y el vino de la alegría se transformará en
fiesta para todos. 
Nos corresponde ser sarmientos pegados, unidos a la vid, pues somos ramas de un Cristo hecho
vida en cada comunidad, en cada pueblo.