Juan 15, 26-16, 4 

"Vosotros daréis testimonio de mí"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Al hacernos Jesús sus hermanos, es decir, hijos de Dios, hijos de su mismo Padre, nos descubre
el misterio profundo de la Divinidad: "Hay en El comunión entre las tres Personas: Padre, Hijo
y su 'común' Espíritu. Decimos 'común, porque Jesús dijo: -el Padre os dará otro Intercesor,
-el Intercesor que Yo os daré...
Este Espíritu, intercesor, no es una figura poética: es Alguien. Y Jesús promete enviarlo a los
Apóstoles una vez que ascienda al Cielo.
Empiezan a aparecer las primeras comunidades cristianas, no apartadas aún de los templos judíos.
Y muchos sienten un gran desánimo al ver desertar a algunos hermanos más débiles de la Causa
del Reino. En estos momentos difíciles les promete Jesús la presencia de su Espíritu. Esta fuerza
del Espíritu les va a acompañar siempre a cuantos hagan de su vida una práctica del seguimiento.
La prueba es dura: Sus enemigos matan a Jesús, queriendo hacer un favor a Dios.
Se les promete el Espíritu de la Verdad, que les trae su energía creadora y salvadora, la verdad
del amor y del perdón. Este Espíritu de la verdad les ayudará a dar testimonio de Jesucristo y les
y nos dará fuerzas para aceptar su Palabra y acogernos así a su Salvación. Y quedaremos así
integrados a la comunidad de sus Discípulos.
Jesús anuncia también a los Apóstoles las persecuciones a superar, pues los judíos expulsarán
de las sinagogas a cuantos confiesen Su Nombre. El mismo Imperio Romano acusaba a los
cristianos de impiedad y ateísmo, porque se negaban a adorar a los dioses del Imperio.
También hoy se siente la persecución, ya que en muchos lugares del mundo se persigue a los
cristianos por oponerse a regímenes inhumanos, cuyo Dios es la fuerza armada y el poder del dinero.
Les reitera Jesús a los Apóstoles que serán partícipes de sus sufrimientos, pero la presencia, la
fuerza del Espíritu les alentará para que su fe no decaiga Y lo mismo nos promete a nosotros.