Mateo 22, 15-21 

"Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Me sirvo del comentario de Gustavo Gutiérrez:

"Esta vez Mateo nos trae un pasaje muy conocido y comentado, pero cuya interpretación
resulta muchas veces esquemática y fácilmente inexacta.

1º El apego al dinero

La oposición entre Jesús y los fariseos se hace más aguda. El capítulo siguiente del
evangelio de Mateo nos presenta el punto más alto de esa polémica. El presente texto
prepara ese momento. Los fariseos, judíos nacionalistas, se alían a sus enemigos tradicionales,
los seguidores de Herodes, colaborador de los romanos y, por consiguiente , traidor a su
pueblo. Ocurre que ahora tienen que enfrentar a un adversario mayor: Jesús, que ha venido
a anunciar el Reino de Dios y el papel que los pobres -despreciados por los fariseos- ocupan
en él. Por eso, se unen; juntos van a verlo para, con palabras remilgadas, hacerlo caer en
falta ante la autoridad política que ejercen quienes tienen sojuzgado al pueblo.
"¿Es lícito pagar impuestos al César o no?", le preguntan. La respuesta de Jesús se inicia
con un desenmascaramiento: "¡Hipócritas!, ¿por qué me tentáis?" Las cosas deben ser
claras. Jesús no se engaña ante los fingidos elogios, que le acaban de dirigir. Luego les pide
que le muestren una moneda, un denario -según los evangelios Jesús no toca nunca el dinero-;
ante la inscripción, que se halla en él, les dice: "Pues devolved al César lo que es del César 
y a Dios lo que es de Dios". Se entiende a veces esta afirmación como una enseñanza sobre
la distinción entre dos dominios: el político y el religioso. Pero el texto, que comentamos, apunta
a algo más profundo. Como de costumbre Jesús no acepta quedar preso en los límites de la
pregunta, que le formulan.

2º No hay otro Dios

Los fariseos hablaban de "pagar" al César, Jesús hablade "devolver" la moneda al César. Son
cosas distintas (en el original griego, los verbos usados lo dicen con claridad). En el denario está
inscrita la efigie de su propietario. El dinero pertenece al opresor romano. En la pregunta de los
fariseos está insinuada la posibilidad de no pagar el tributo, pero también de quedarse entonces
con el dinero. Su pretendido nacionalismo no llegaba sino hasta allí. Jesús va a la raíz: es
necesario erradicar toda dependencia frente al dinero. No se trata sólo de romper con el
dominio político; es necesario romper con la opresión, que viene del apego al dinero y sus
posibilidades de explotación de los demás. "Devolvéselo al César", les dice, y quedad libres del
dinero; así podrán adorar al Dios verdadero y darle lo que corresponde.

Si no nos libramos del imperio del dinero no podremos comprender lo que se nos dice en el
texto de Isaías: "Yo soy el Señor, y no hay otro; fuera de mí no hay Dios". En este tiempo 
muchos hechos nos hacen palpar el poder del dinero. Jesús nos invita a devolverle al César sus
medios de explotación y olvido de los demás, a liberarnos del poder opresor del dinero y a
reconocer la presencia del Espíritu anto en nosotros.