Lucas 5, 33-39 

"A vino nuevo, odres nuevos"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Nos relata el evangelio de Lucas cómo los discípulos de Jesús no ayunaban a diferencia de los de Juan
Bautista, que sí lo hacían. Preguntan los fariseos por qué siguen esa práctica, que está en contra de la Ley
judía. A primera vista, tienen razón los fariseos, porque el ayuno y la oración eran el distintivo del israelita
auténtico. Jesús contesta a los fariseos diciéndoles que sus discípulos son como los invitados a una boda:
es tiempo de acompañar al novio y, por tanto, de alegría y de gozo y no de ayunos.
La antigua Ley, con sus prescripciones detallistas, quedó atrás. Jesús lo renueva todo con el anuncio
de los valores esenciales del Reino. Por eso, sus discípulos no guardan el ayuno. Viven con una alegría
inmensa la "boda" del esposo Jesús. Y les repite, para que no lo olviden: "Antes se dijo... pero ahora..."
Ni ayuno, ni oraciones, ni cumplimiento rutinario de normas rituales, ni sacramentos por costumbre, etc...,
son signos por sí mismos de liberación y santidad. Sólo tienen sentido cuando están animados por el
Espíritu de verdad y de amor del Señor Jesús. Así se renueva el mundo. Hasta la misma penitencia
cristiana sólo tendrá sentido, si se traduce en gestos de fraternidad y de servicio al otro por amor.
Las dos parábolas, que siguen, expresan la novedad del mensaje de Jesús:
1a. No es posible remendar un manto viejo (judaísmo) añadiéndole retazos del evangelio. Es
necesario tejer un manto enteramente nuevo a partir de las palabras y obras (vida) de Jesús.
2a. No se puede verter el vino fuerte y sabroso del evangelio en los odres carcomidos del
judaísmo. Quien acepte a Jesús, tiene que ESTRENAR ODRES, es decir, tiene que llevar a su vida
el proyecto de Jesús. No intentemos, por favor, como tantas veces hemos hecho, domesticar el
Espíritu para ponerlo al servicio de nuestros intereses egoístas.