Lucas 9, 43b-45 

"Al Hijo del hombre lo van a entregar"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Estaba la gente maravillada de cuanto hacía Jesús. Su actividad había despertado una admiración
general que podía conducir o terminar en confusión acerca de su misión salvífica. Para quienes
tenían -entre ellos los mismos discípulos- objetivos en su vida basados en el deseo de poder, dinero,
honor, etc., la actividad de Jesús podía despertar vanas expectativas de gloria, fama o triunfo material.
Por eso, aclara el tema a sus discípulos. Y, por segunda vez les anuncia su Pasión.
Los discípulos siguen sin entender nada: "Se quedan a dos velas", como se dice vulgarmente.
Como el avestruz, meten la cabeza debajo de las alas. Prefieren no saber nada. Así no tendrán
quebraderos de cabeza. Cuidado, no sea que nos esté pasando lo mismo a nosotros.
Pero ahora es más grave este anuncio, porque se cumplirá en breve plazo, estaba ya al caer. Jesús
sí que ve con claridad el fin que le espera... Y de nuevo se lo comunica a los discípulos, que
siguen sin entender el anuncio del Maestro.
Tremendo fracaso debió ser para Jesús. No entendían los discípulos el camino de la cruz, que Jesús
iba a emprender. Se daba en ellos, como en nosotros, un rechazo visceral al sacrificio, dolor, martirio...
Jesús, especialmente a partir de la muerte de su primo Juan Bautista, sí entendía claramente que su
misión lo iba a llevar también a él a una muerte cruenta. Está claro: el profeta, que exige justicia y
dignidad para el pueblo, no suele morir en su cama.
Los discípulos creían que la liberación iba a venir por el sacrificio y entrega de otros. Y que, como don
que es, se recibe de manos de otros.
Jesús no piensa así: El dice que la liberación y redención del mundo es una conquista y se produce
en la medida que una persona está dispuesta a entregar su vida. La historia de los pobres y marginados
sólo avanza por caminos empedrados de mártires.
Se trata de un camino estrecho, que compromete la vida entera y que se juega por una sola opción,
a una sola cara, la de Jesús de Nazaret, muerto por la violencia humana y resucitado por la fuerza del
Espíritu de Dios.
En nuestra experiencia cristiana, quien no ha tenido nunca una crisis de fe probablemente no ha hecho
sólido su seguimiento de Jesús. Pero hay que saber encontrar el camino para superar la noche oscura.
Merece la pena seguir este camino. ¿O NO?