Mateo 21, 28-32 

"Los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

La parábola del evangelio nos muestra la relación, que tienen dos hijos con su padre, propietario de una
viña. Era un trabajo, que debían realizar los hijos. Y se nos señalan las diversas reacciones de éstos
ante la llamada del padre.
Las palabras, que salen de la boca del primero, indican una negativa al mandato del padre, acentuada
por el seco y descortés "no quiero". El segundo hijo responde con cortesía aceptando la orden del padre.
De inmediato, las acciones posteriores no corresponden a las palabras pronunciadas. Del primero se dice
que"fue"; del segundo se dice que "no fue". Así, el primero es quien "ha cumplido la voluntad del
Padre". Y se dice el motivo del cambio: "Se volvió atrás", pues le remordió la conciencia. 
Así, el primer hijo representa a los recaudadores y prostitutas. Más allá de su aparente omisión de las
prácticas religiosas señaladas en la Ley, hay un interés positivo por la voluntad divina. La prueba de ello
está en su reacción ante la predicación de Juan Bautista, que mostraba el camino para ser justos y sus
palabras fueron aceptadas por ellos.
Por el contrario el "vosotros fuisteis testigos de ello" del v.32 identifica al segundo hijo con los sumos
sacerdotes y senadores del pueblo. Así, por detrás de un aparente respeto a la Ley se esconde en
ellos una infidelidad y un desprecio absoluto por el querer de Dios. Por eso, en la acción de "entrar en
el Reino de Dios" estarán en desventaja respecto de los primeros. Es más, se les niega la entrada 
por no haber creído a Juan.
Esta parábola nos dice claramente que querer a Dios no consiste en una aceptación oral sino en una
práctica comprometida con la realización de la justicia en la convivencia humana. Así, detrás de la clara
denuncia de la hipocresía de los jefes del pueblo hay -por parte de Dios, como Padre- una llamada final
a su conversión.
Son las acciones del hombre las que determinan la autenticidad de su actitud religiosa. Es necesario, 
siempre y en cada momento verificar si tal actitud está en consonancia con la práctica de la justicia .
Nuestro Dios es alguien, que está atento -sobre todo- al corazón y a las obras, y no simplemente a las
palabras o gestos. Dios mismo es palabra-acontecimiento y ha hecho carne la Palabra. Y Jesús
repite siempre esta primacía: "Por sus frutos los conoceréis". "No todo el que dice 'Señor, Señor'"...
Un autor latinoamericano decía bellamente:
"Hay tiempos en los que la única manera de decir es hacer".