Mateo 16, 13-23 

"Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Se nos dice sobre la Iglesia:
1° La base de la Iglesia es la FE EN JESUS, Cristo e Hijo de Dios. Esta confesión de fe por parte
de Pedro realza su dignidad entre los Apóstoles.
2° La Iglesia necesita una CABEZA VISIBLE.
3° Será PEDRO y sus sucesores (Papas).
La confesión de fe de Pedro le viene de Dios, no de la carne ni de la sangre. Es un don de Dios.
Como nuestra fe.
La felicitación de Jesús a Pedro vale igualmente para todo verdadero creyente.
Como Pedro fue la cabeza visible para los Apóstoles, sus sucesores, los Papas, serán después de
Pedro la cabeza visible de la Iglesia.
Para los judíos, "atar y desatar" significaba declarar lo que estaba prohibido y lo que estaba permitido.
Esto le corresponde a Pedro y a los papas, sus sucesores.
Las "fuerzas del infierno" , es decir, los que están al servicio del mal, no podrán hundirlas. Así la Iglesia 
seguirá cumpliendo su misión salvadora.
Oponiéndose después a la pasión y muerte de Jesús, Pedro ("roca"), se transforma por su incomprensión 
y debilidad en "piedra de tropiezo". Por eso Jesús llega a llamarle Satanás. Pedro lo entenderá después
y llorará amargamente. Sólo entonces, arrepentido, podrá con dignidad apacentar el rebaño de la iglesia.
Y es, a través de su confesión de fe humilde y sincera la única forma de conocer y amar a Jesús. Y
entonces, sí, el Maestro le califica como Roca de la Iglesia.
También a nosotros nos acecha la tentación y caemos en ella, si queremos que nuestra fe coexista en la
vida social con la competitividad y el éxito material.
Pedro es la roca sobre la que Cristo constituye su comunidad en cuanto nos da testimonio de la identidad
verdadera de Jesús. Nosotros debemos ser las piedras vivas, que forman la Iglesia, dando testimonio de 
Cristo, como Pedro, en nuestra vida de ada día. Sólo así podremos ser con cierta autenticidad las
credenciales, la carta de presentación de Cristo ante el mundo.
Por tanto, como a Pedro, también a nosotros nos llama Cristo bienaventurados, si descubrimos y 
reconocemos en el prójimo la presencia de Jesús, que sólo nos lo puede revelar el Padre.