Mateo 10, 37-42 

"El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Nos concreta el Evangelio la participación en la recompensa, que se establece entre los enviados y
los que le ofrecen hospitalidad. La profunda intimidad entre Jesús y su Padre hace que la recepción
del primero sea acogida a Dios mismo. Y esta ley se transfiere a los discípulos de Jesús, de modo que
éste es recibido en la persona de aquéllos.
Mateo insiste sobre la opción por Jesús en el horizonte de rechazo, que encontrarán a cada paso los
mensajeros y advierte sobre la necesidad de colocar los valores del Reino por encima de cualquier
otro. Jesús seńala que el seguimiento debe colocarse por encima de otra fidelidad, incluso de la que 
brota de los lazos naturales de parentesco. Su mensaje pone en cuestión el orden establecido. De ahí 
que la paz de Jesús deba definirse muchas veces en contra de las relaciones familiares al producir un 
profundo cuestionamiento de las relaciones humanas.
Porque la sociedad, en la que se proclama el mensaje, está impregnada de violencia, el mensaje 
cristiano sólo puede ser entendido como lucha contra esa violencia y, con frecuencia, se entenderá 
como deslealtad al ordenamiento existente y como subversión a lo que ese ordenamiento llama
"valores".
De ahí la necesidad de una decisión que puede acarrear la división en la propia familia. De esta forma
se indica que la principal lealtad del discípulo de Jesús tiene que comprobarse en su relación con el 
mismo Jesús, ya que su lealtad al mensaje de Jesús debe estar por encima de toda otra lealtad, incluida
la familiar.
En el v.39 contrapone Mateo el perder y el encontrar la vida en una aparente contradicción. El
intento de encontrar, hacer suya, reservar para sí la propia vida, producirá la pérdida de la misma.
Desentenderse de las exigencias del mensaje buscando la comodidad o encubriendo los conflictos 
conduce a la ruina personal. Por el contrario, quien es capaz de arriesgar la vida por Jesús encontrará
su realización plena.
El mensaje del Evangelio coloca al discípulo en conflicto irreducible con aquellos, que han construido
las relaciones sociales sobre el fundamento del poder, del prestigio y de las riquezas. Este conflicto
puede presentarse igualmente en el entorno familiar y en la propia intimidad personal. La fidelidad 
a Jesús exigirá constantemente una proclamación, que desenmascare el EGOISMO, raíz de las injusticias.