Mateo 9, 1-8 

"Animo, tus pecados están perdonados"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Concluida su incursión por Gadara, al otro lado del lago, regresa Jesús a su ciudad. La oposición
y resistencia, que su actuación encuentra en un pais extranjero, se repetirán en su misma patria. 
La primera surge con motivo de la curación de un paralítico. Jesús ve la fe de quienes lo llevan en
una camilla, pero se dirige sólo al paralítico para anunciarle el perdón de sus pecados.
Para los judíos, el sufrimiento y la enfermedad eran consecuencia del pecado. Por eso, para ser 
curado, el paralítico debía obtener antes el perdón de sus pecados, raíces del mal, de la parálisis.
Actualmente pensamos que cuerpo y alma están profundamente inter-relacionados, pero todo ello
no es motivo para afirmar una influencia automática, como creían los judíos. Así, según nos cuenta
el evangelio, la gente, que murió como consecuencia de la caída de un muro, no eran más pecadores
que el resto de los ciudadanos de Jerusalén.
Las palabras de Jesús sorprenden a los escribas. Podría, sí, Jesús curar al paralítico, pero no 
perdonar sus pecados, atributo que sólo corresponde a Dios. Los que acusan de "blasfemo", por 
creerse Dios, incurren en la blasfemia mayor, que consiste en atribuir al demonio lo que es obra de
Dios. El pecado, aunque ellos no lo perciban, es "la incapacidad de ver la acción poderosa y
liberadora de la gracia de Dios en medio de las más desgarradoras situaciones de marginación
y de miseria." El pecado es esa fuerza paralizante, que nubla nuestras mentes, y nos hace
incapaces de aceptar la salvación, que Dios nos ofrece, en una historia de sufrimiento y de dolor.
Ante la actitud de los escribas, Jesús responde: "¿Qué es más fácil? Decir que se perdonan los
pecados o mandar al enfermo que se levante y camine?". Con esta respuesta Jesús abre un
camino nuevo: "que el paralítico se levante, tome su camilla y regrese a su casa." Así, el Dios
lejano de la mente de los escribas cede su lugar al Dios cercano, que cura al paralítico, al marginado
de entonces. Y en esta curación del paralítico se constata palpablemente cómo la persona es 
liberada de su pasado pecador y adquiere una plena libertad de actuar en adelante. Por ello, puede
ponerse en pie ("resucitar") y reiniciar una vida nueva en libertad.
Como vemos, todos son signos de salud total: como el paso de la vida a la muerte. Volver a caminar 
es volver a vivir en plenitus de vida.