Mateo 10, 16-23 

"Quien persevere hasta el fin se salvará"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Entramos en la segunda parte del DISCURSO DE LA MISION. Les anuncia Jesús a los apóstoles las
dificultades, que van a encontrar, y las persecuciones, que se levantarán en su contra.
Les pide Jesús que comiencen a vivir el programa de las Bienaventuranzas. Así, para subsistir en
medio de una sociedad hostil, tendrán que obrar con prudencia, cautela y sagacidad.
Les dice también que no se fíen de cualquiera y les adelanta que muchos los enviarán a los tribunales, 
porque la sociedad no les va a tolerar un mensaje, que va en contra de sus fundamentos. De ahí que 
sus primeros enemigos serán los propios judíos.
"Seréis odiados por mi causa", les dice Jesús. En el Imperio Romano había SESENTA MILLONES 
de esclavos. Los cristianos, al tratarlos como iguales y asumir su defensa, son perseguidos.
El seguimiento de Jesús provoca división y ruptura con el poder romano y judío. También hoy,
la cruda realidad del Tercer Mundo nos muestra un pueblo marginado y nos exige, en el anuncio del 
Reino de Dios, rescatar a tantos seres humanos de la miseria y que se debaten entre la vida y la
muerte.
Esto le acarreará al seguidor de Jesús amenazas y persecuciones y será el odio la reacción que 
encuentre frente a él, porque el mensaje de Jesús no deja indiferente a nadie.
Cristo nos trae una palabra de seguridad y consuelo: "El que persevere hasta el fin, se salvará."
Pero hay que ponerse en camino y acompañar al pueblo, forzando el amanecer de una sociedad 
nueva. La sociedad actual ha separado el culto de la vida: la seguridad está en manos de los 
ídolos de siempre: dinero, poder, gloria. Es necesario que el hombre de fe pone su seguridad toda
sólo en el Señor y hace una clara opción en su vida por los pobres, débiles y afligidos y se hace voz
de los que no tienen voz.
Los ejemplos de Mons. Romero, de Ignacio Ellacuría y sus Compañeros Jesuitas y la madre y la hija 
(seglares) que les "atendían" y, últimamente, Mons. Gerardi y tantos más... nos sirven de testigos en
nuestra peregrinación hasta el final. Y entonces, toda muerte se convertirá en VIDA.