Mateo 13, 1-23 

"Salió el sembrador a sembrar""

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

No lo olvidemos. Para cosechar algo, hay que sembrar mucho. Vemos a Jesús sentado a la orilla del 
mar. "Cuando el pueblo lo descubre", son muchos los que acuden a El. Se sube Jesús a la barca y,
ya en el mar, desde el fondo, es decir, desde su propia vivencia, les habla con libertad.
Para hacerse entender fácilmente del pueblo les habla en parábolas o comparaciones populares, 
lenguaje propio de los campesinos y obreros manuales, quienes entienden así mejor el mensaje y el
compromiso de vida que contiene.
En la parábola del sembrador se nos habla de tres riesgos, que debe vencer la semilla (aparición 
de Cristo en nuestra historia) y de la posibilidad de abundante cosecha, si lo tomamos en serio.
Veamos los riesgos, los obstáculos, que encuentra la semilla al ser sembrada:
1° Terreno (camino), que se ha endurecido por el paso de personas y animales. Así, la semilla
queda al descubierto y se la comen los pájaros. Y de cosecha, nada de nada.
2° Terreno lleno de piedras, lo que impide que la semilla eche raíces. Y se seca. Y la cosecha,
nula.
3° Terreno lleno de espinas, que impiden su crecimiento. De cosecha, nada de nada.
4° Pero se da también la posibilidad de abundante y copiosa cosecha. Es así, cuando la semilla
cae en buena tierra, abonada y cultivada, y mimada después. Dependerá de la calidad de la tierra, del 
abono que reciba la tierra y del cultivo de la semilla (Palabra de Dios), para que rinda en abundancia 
y sea eficaz. Las cifras 100, 60 y 30 nos indican una cosecha excepcional, ya que en los campos de
Palestina una cosecha normal producía 10 por 1.
En el desarrollo del proceso de cultivo se sabe "quién es apto y quién no". Pero no basados en
criterios arbitrarios, sino en el fruto que muestra cada uno. La expresión "dar frutos" tiene un valor 
muy preciso en la Biblia y se refiere siempre a la respuesta positiva del ser humano al proyecto de 
Dios. Pero no a cualquier proyecto, presentado en nombre de Dios, sino a la propuesta de los 
profetas, que Jesús de Nazaret ha llamado "Reinado de Dios". Es decir, una experiencia humana 
donde sea posible el amor solidario, la libertad para hacer el bien y la justicia responsable.
Palpando estos riesgos y posibilidades, nos vemos obligados a no permanecer indiferentes y a tomar 
una decisión, que interpele con fuerza nuestra vida para dejarnos transformar y poder seguir el 
proyecto de Jesús. De esta manera acogeremos la Palabra (semilla) y dará un fruto abundante en
nosotros.