Mateo 26, 14-25 

"Uno de vosotros me va a entregar"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

La traición de Judas nos deja boquiabiertos, llenos de estupor y desconsuelo. Casi no nos lo creemos. Buena ocasión
para ahondar en esta traición a ver si nos remueve el fondo de traición, que todos llevamos dentro, y nos enfrenta con
lo más sucio de nuestro interior. ¿Cómo entender la traición de Judas? ¿Fue Judas un ladrón, que actuó simplemente
por avaricia? Los 30 siglos de plata, que le ofrecen por entregar a Jesús, no era una gran suma de dinero. Lucas y Juan
sólo ven una explicación: "Satanás entró en él". Examinemos toda la escena con más detalles:
La pregunta de Judas: "¿Soy yo acaso, Señor, quien te va a traicionar?" Y la respuesta de Jesús:"Tú lo has dicho".
Pregunta y respuesta constan para la Historia como prueba por el respeto de la libertad humana, por parte
de Dios, y muestra de la malicia, astucia y perversión, por parte del hombre, que le lleva a tal traición. 
El gesto de amistad e intimidad de Jesús ("mojar en la misma fuente") se transforma en gesto de 
oposición y traición absurdas. La figura de Jesús es un llamado a la reflexión para todo discípulo suyo.
Judas no es capaz de vencer la tentación de un beneficio inmediato. Seguir a Jesús era una tarea 
ardua y complicada. Muchos se desanimaron y le abandonaron en el camino. Entre los mismos 
discípulos había algunos ambiciosos, que sólo ansiaban escalar posiciones sociales; otros no 
entendían el comportamiento de Jesús. Todo esto se manifiesta bien claro, cuando arrestan a Jesús
Judas lo entrega por TREINTA monedas, Pedro reniega de él por tres veces, el resto huye ante el peligro 
y lo dejan solo. Juan y las mujeres, comandadas por María, la Madre de Jesús, son las únicas, que le 
son fieles hasta el final.
Cristo está en agonía permanente esperando de nosotros, que nos decimos seguidores suyos, que nos
levantemos -aunque sea a media noche- y salgamos fuera en búsqueda del traidor para decirle que el 
Señor le sigue amando y le considera como amigo. Sólo así aquellas malditas monedas de la traición se
convertirán en fiesta por el reencuentro/vuelta del traidor.
¿Seguiremos nosotros, también hasta el final, el testimonio y la fidelidad a Jesús de Juan y las
mujeres, entre ellas su Madre María? Este soneto de Casaldáliga a Judas podría ayudarnos. Dice así:
"Frustrado apóstol turbio del deseo, / lo que sabemos hoy, tú no lo sabías;
lo que esperabas tú del Galileo, / lo exigimos de Dios todos los días.
No fue mayor que el nuestro tu pecado, / traficantes también de sangre humana...
Beso en su Rostro, al fin, aunque mal dado, / ¿no te alumbró aquel beso la mañana?
Amor y suicidio en un madero, / muertes de un mismo Viernes de pasión.
Su grito recogió tu desespero.
Tu soga fue también tu confesión, / Judas, hermano Judas, compañero
de miedos, de codicias, de traición."
Que estas reflexiones sobre Judas nos exijan con urgencia a nosotros el conocer mejor a Jesús,
para no ser hoy nosotros otro Judas.