Mateo 28, 8-15 

"Alegraos: No tengáis miedo"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

La esperanza de los discípulos quedó sepultada en la tumba del ajusticiado Jesús. Dejemos, por eso, de una vez, de
tomar las apariciones como pruebas teológicas de la resurrección, y verlas más bien como señales de un proceso
lleno de contradicciones. A través de las apariciones expresan los evangelistas, también Mateo, la falta de fe de
los discípulos.
Cuando las mujeres cuentan a los discípulos su experiencia de la resurrección, les parece a los discípulos que sólo
son "fantasías de mujeres" y no les creyeron. La fe en la resurrección es una realidad honda, personal y misteriosa.
Se llega a ella sólo por un camino, que desborda toda lógica, por ser un proceso que compromete a la libertad humana
y a la gracia divina.
No interpretemos las apariciones con criterios cronológicos, pues perderíamos así su infinito sentido simbólico.
Debemos fijarnos, más bien, en el proceso personal y comunitario de la fe, que lucha entre dificultades y dudas,
para llegar al convencimiento de que Jesús está vivo, porque lo sienten en su interior y en medio de la comunidad
ya reconciliada. Y, frente al testimonio interior de que Jesús está vivo, ya no vale la pena estar pendiente del
sepulcro vacío.
A la luz de la lumbre y el fuego, que recibimos en esta noche de la Vigilia Pascual, a la luz de la fe recién
estrenada en el Cirio Pascual encendido, nos recuerda el Pregón de Pascua:
"Para llegar aquí, a la hoguera y a la fiesta
nos ha hecho falta comenzar la Cuaresma y pensar en nuestra vida
y juntarnos domingo tras domingo para sentir más fuerte el evangelio,
para partir el pan, para cambiar un poco nuestra marcha
y andar algo mejor tras las huellas de Cristo,
y aprender a andar juntos y no andar cada uno por su lado.
Porque la hoguera, que Cristo ha encendido, no la enciende cada uno de nosotros en solitario.
La Pascua nos convoca hoy a todos anunciando que Jesús está vivo,
que está vivo y nos llama, que nos llama a seguirle cada día.
Que El vive para unirnos en su pan y en su nombre 
y nos manda luchar por la vida del mundo, por la paz, por el pan,
contra el paro y la guerra, contra el odio y las garras,
que impiden a los pueblos estrecharse la mano y vivir como hermanos.
QUE JESUS ESTA VIVO. Y en su nombre se ha encendido una hoguera con un látigo rojo,
azotando las dudas y los miedos, la pereza, el cansancio, el desaliento
de aquellos, que decimos ser cristianos."
Jesús Resucitado nos invita a hacer realidad la vida nueva, que El nos propone. Cada uno de nosotros debemos pasar
de la esclavitud a la libertad, del temor a la seguridad, de las tinieblas a la luz, con la certeza de que quien venció 
definitivamente la muerte, nos acompaña en el trabajo para ir haciendo cada día un mundo más humano, más justo y
más cristiano.