Mateo 28, 8-15 

"Alegraos: No tengáis miedo"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Es el mensaje de este Lunes de Pascua: "No tengáis miedo", les dice Jesús ya resucitado, a las mujeres que, aun
con miedo a los judíos, se habían atrevido a acercarse al sepulcro. Son ellas, las mujeres, testigos de primera hora de
la Resurrección de Cristo. Y es que "todos tienen miedo":
- los discípulos están desconcertados y llenos de temor. Se da en ellos un sentimiento de derrota. Pareciera que lo dan
todo por terminado con la muerte de Jesús;
- los enemigos de Jesús, las autoridades judías, creen que han salido triunfantes. Se sienten en principio más seguros
por haber logrado callar y aniquilar al rebelde Jesús con su muerte en la cruz y dispersar a cuantos le habían seguido. 
Pero no las tienen todas seguras.
Por fortuna, los planes de Dios no coincidieron con aquellos judíos ortodoxos, que sólo buscaban seguir con sus
privilegios de poder social, económico, político y religioso. Así Jesús se aparece a las mujeres y las invita a superar
el miedo.
No son ellas las que encuentran a Jesús. Es Jesús el que sale a su encuentro. Nos garantiza así que nunca sale
defraudado quien le busca.
Vemos cómo desde el principio las comunidades cristianas atraviesan momentos difíciles. Pero el temor inicial de la
comunidad da paso a una impetuosa confianza en el Resucitado y se encamina hacia la misión universal. La vuelta a
Galilea señala un nuevo comienzo.
Antes, las fuerzas del mal se les vienen en contra y el temor y el miedo les provocarán y arrastrarán a la dispersión y
al escondite. También ahora se da, ante la pérdida de valores, que rige nuestra sociedad. Habrá que perder el miedo
y la verguenza/cobardía para que el designio de Dios siga adelante.
En todas partes parece que el cristianismo "ha envejecido". Cedió el ímpetu misionero y el cansancio de las
organizaciones sociales ha contagiado a los cristianos. Menos mal que nacen nuevas maneras de vivir la fe: así las
grandes masas de cristianos dan paso a las pequeñas comunidades, que encarnan los valores del Evangelio.
Tendrá que darse también en nosotros un cambio de actitud. Confiarnos y agarrarnos a la misma fuerza del Espíritu,
que resucitó a Jesús. Este Espíritu nos llama, nos convoca, nos da fuerzas y nos provoca para hacernos renacer a una
vida nueva. En estos días cantamos con alegría y júbilo acompañando al Señor Resucitado:
"Cristo ha resucitado. / Resucitemos con él. / ¡Aleluya! ¡Aleluya!"
Muerte y vida lucharon, / y la muerte fue vencida. / ¡Aleluya! ¡Aleluya!"