Juan 3, 16-18 

"Dios mandó a su Hijo para salvar al mundo" Solemnidad de la Santísima Trinidad

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

En sólo tres versículos nos resume Juan lo más nuclear de su Evangelio:
- Inmenso amor de Dios al mundo, al que mira con misericordia.
- Entrega de su Hijo al mundo, al que quiere salvar, no condenar.
- Necesidad de la FE en el hombre para ser salvado. No nos pide sacrificios ni expiaciones; sólo la FE.
Lo vemos con más extensión:
1º Lo vemos en el evangelio de Juan. Se trata de unas palabras, que Jesús dirige a Nicodemo. Según las
palabras de Cristo, el amor de Dios al mundo ha llegado al extremo de envarle a su Hijo único como 
salvador y vivificador de cuantos creen en El. Es Dios de amor, de misericordia y de perdón.
- No las imágenes deformadas de algunas divinidades paganas, tan parecidas a nosotros mismos: con
nuestras propias pasiones, odios e imperfecciones.
- No el Dios apático, frío y distante del que hablaron algunos filosofos: un "motor inmóvil" para hacer 
funcionar el mundo como si éste fuera un reloj o una máquina cualquiera.
- No el Dios garante de la Ley, la norma suprema de toda ética, como un juez incorruptible e impasible,
que no da lugar en su corazón a la comprensión y al perdón.
2º El Dios, que nos revela Jesucristo, es un Dios de amor, que ha llegado a implicarse en nuestro mundo
y nuestra historia a través de su Hijo Jesús. Capaz de compasión, misericordioso y paciente, "lento a la
cólera y rico en clemencia y lealtad", como nos decía la Primera Lectura del Exodo. Este amor entrañable
de Dios se ha manifestado en gestos: las palabras, las acciones de su Hijo, Jesús de Nazaret.
3º Esa es la esencia de nuestra FE cristiana: En la palabra de Jesús escuchamos la Palabra misma de
Dios que, en su muerte y resurrección, nos ha otorgado el perdón y la vida. Por eso dice Jesús que
creer o no creer en El es definitivo para nuestra existencia, como si fuéramos juzgados por esta actitud.
En el Evangelio de hoy se nos habla de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo. No se menciona al Espíritu 
Santo, como esperaríamos, tratándose de la fiesta que hoy celebramos, la de la Santísima Trinidad. Pero
en muchos lugares del Evangelio de Juan se habla y se presenta la acción del Espíritu Santo, que obra y
se manifiesta en el mismo Jesús. Especialmente en los discursos de despedida (cap. 13-17), Jesús
promete a los Apóstoles, como regla, consuelo, defensa, guía y maestro, el don del Espíritu Santo.
Estamos ante el más grande misterio, que ni ojo vio ni oído escuchó... Acerquémonos a Dios con 
adoración (el Padre)... dispuestos a asumir su proyecto de fraternidad (el Hijo)... con toda la
profundidad de nuestro ser (el Espíritu Santo). Y oramos con el P. Arrupe:
"Pongo la preferencia de mi oración en la contemplación de la Trinidad, en el amor y unión de caridad,
que abraza también a mis prójimos: PADRE Eterno, confírmame: HIJO Eterno, confírmame; 
ESPIRITU SANTO, confírmame; SANTA TRINIDAD, confírmame; un solo DIOS, confírmame."