Juan 14, 15-21 

"Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Difícil le resulta a Jesús la despedida de sus amigos. Les hace sus últimas recomendaciones y 
promesas. Hasta se muestra maternal con ellos y como deseoso de aliviarles el desgarro de la
separación, de llenarles el vacío de su ausencia física y de facilitarles el futuro.
Se refieren estas recomendaciones a la palabra y al amor. El que ama, guarda la palabra del amigo
y la cumple. El que ama, será amado; el que es amado, amará más. Las promesas se refieren a su
vuelta y al Don del Espíritu. Así no se sentirán huérfanos.
En la lectura del evangelio de Juan, el Señor promete a sus discípulos el envío de un "Paráclito", un
defensor o consolador, que no es otro que el Espíritu mismo de Dios, que es la verdad en plenitud, no un
concepto ni una fórmula, sino el mismo Ser Divino, que ha dado la existencia a todo cuanto existe y que
conduce a la historia humana a su plenitud. Cristo permanece en su Iglesia de una manera personal y
efectiva: por medio del Espíritu divino, que envía a los Apóstoles y que no deja de alentar a los cristianos
a lo largo de los siglos. Por eso, puede decirles que no les dejará solos, que volverá con ellos, que por el
Espíritu establecerá una comunión de amor entre el Padre, los fieles y El mismo.
El mundo de la injusticia, de la opresión contra los pobres, de la idolatría del dinero y del poder, de las
vanidades de las que tanto nos enorgullecemos a veces los seres humanos, no lo puede recibir. En ese 
mundo no puede terner parte Dios, porque Dios es amor, solidaridad, justicia, paz y fraternidad. Esta
presencia del Señor resucitado en su comunidad ha de manifestarse en un compromiso efectivo, en el
cumplimiento de sus mandatos por parte de sus discípulos, única forma de hacer efectivo y real el amor
que se dice profesar al Señor.
No es un regreso al legalismo judío. Sabemos que en el evangelio de Juan los mandamientos de Jesús
se reducen a uno solo, EL DEL AMOR: amor a Dios, amor entre los hermanos. Amor que se ha de
mostrar creativo, operativo, salvífico.
Y rezamos: "Gracias, Padre, porque te has quedado con nosotros. Te necesitamos y te queremos.
Ayúdanos a escuchar y guardar tu Palabra. Así nos sentiremos amados por el Pade y por amor nos 
entregaremos a los excluidos".
El mundo entero celebra hoy la Fiesta de los Trabajadores. El mundo cristiano invoca a San José
Obrero, modelo y figura del hombre y mujer de hoy para la traansformación del mundo. Subsiste
-desgraciadamente todavía- un concepto negativo del trabajo, viéndolo como castigo. Todo lo contrario
a lo que piensa Jesús, que se encarna en el seno de una familia obrera y El mismo es obrero.
Invocamos así a San José Obrero:
"Y pues el mundo entero / te mira y se pregunta. / Dí tú cómo se junta
ser santo y carpintero, / la gloria y el madero, / la gracia y el afán,
tener propicio a Dios / y escaso el pan."