Juan 10, 1-10 

"Yo soy la puerta de las ovejas"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

A partir del evangelio de hoy descubrimos los grandes corrales, que tenían los judíos, y que utilizaban como aprisco para 
que pudieran pasar la noche los ganados de varios pastores. Dejaban como vigilante nocturno a un cuidador. Al amanecer,
cada pastor, con sus gruitos característicos, sacaba sus ovejas y, al frente de ellas, las llevaba a apacentar al campo.
Aprovecha Jesús este hecho de la vida real de aquel pueblo de Israel. No se nos presenta hoy como el Pastor, que
esperaban los judíos: que los colmaría de prosperidad material y que los converitía en una nación privilegiada. Por eso,
les dice claramente: - que su pueblo (rebaño) no se confunde con la nación judia;
- que sólo los que creen son los suyos;
- que sus ovejas saldrán también de otros corrales, es decir, de otras naciones; y, entonces, 
no habrá distinción entre judíos y griegos, etc.
Se pone Jesús al frente del rebaño, como Buen Pastor, y lo conduce a pastos abundantes.
Los pastores del pueblo judío creían conseguir la unidad de su pueblo de otra manera:
- favoreciendo el orgullo nacional,
- privilegiando a las castas organizadas;
- provocando el rencor contra los extranjeros.
Asusta mirar los modelos económicos y políticos, que dominan el mundo de hoy, y su similitud con el proyecto opuesto
al de Jesús. Por ejemplo, en el neoliberalismo, la vida de las personas están subordinadas al mercado. Este ve al prójimo,
no como un hermano sino como un potencial cliente. El que no tiene es excluido, no existe. Esto acarrea consecuencias
nefastas: 840 millones de personas en el mundo sufren desnutrición crónica; 200 millones de niños, menores de cinco
años, están desnutridos; 11 millones de niños mueren al año, por desnutrición. Uno de cada siete niños nacidos en los
países pobres morirá antes de cumplir los cinco años. Mientras 24.000 millones de dólares se necesitarían anualmente
hasta el 2015 para acabar con el hambre en el mundo, este mismo mundo invierte 780.000 millones anualmente en el gasto
militar. Así, muchos quieren preparar un mundo no para vivir con el otro, sino para vivir del otro o contra el otro. ¿Qué
tenemos que hacer como cristianos? Con un nudo en la garganta seguimos con el evangelio:
Jesús, al contrario, reúne a su pueblo, compuesto de muchos pueblos, razas, etnias, religiones, etc. Sólo exige 
reconocerle, creer en El.
Así, cada persona vale por sí misma en la medida que reconoce a Cristo, como Pastor, y se vuelca en el amor/entrega
a los demás. De esta manera en Jesús caen las barreras; no hay que saltar ningún muro para ser de los elegidos. Por
eso, si ayer se nos presentaba Jesús como Pastor, hoy se nos presenta como Puerta del redil.
Al que entra por la Puerta sólo se le exige que se comprometa radicalmente con sus hermanos, como El lo hizo. De lo
contrario, sería un salteador y ladrón, ya que buscaría su propio interés.
Así nos despojamos de nosotros mismos y nos revestimos del espíritu de Jesús, nuestro único Pastor. Es verdad que
queremos seguirle, pero nos falta su estilo, sus gestos, sus modales, etc. ¡Condúcenos, Señor!