Juan 13, 1-15 

"Como hubiese amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el fin"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

A partir de la Pascua judía, en su sentido más profundo de liberación, nace la Pascua cristiana. En
ella celebramos el paso de la muerte a la vida de Jesús. El es el cordero pascual inmolado en la cruz,
que nos libera de la muerte y nos comunica la vida.
En la Cena de Pascua Jesús con sus discípulos hace el gesto de compartir el pan y la copa de vino
En el pan, hecho pedazos para comer, vio su propio cuerpo entregado. En el vino compartido vio su
propia sangre derramada. Así nos anuncia su muerte y nos ordena seguir haciendo este gesto en su
memoria.
Hoy, el evangelio de la Ultima Cena nos narra el lavatorio de los pies que, como signo único y 
constitutivo, es también "sacramento".
El lavatorio de los pies es parte integrante de la Eucaristía. Nadie puede participar de este
"banquete" si no se deja lavar -pies, cabeza, corazón- y si no está, además, dispuesto a lavar a los
demás. El lavatorio significa:
-purificación: demasiado polvo en los pies, demasiado barro en el alma llevamos cada uno;
-salvación: el que no se deja lavar, no tiene parte con el Señor; sería (es) una negativa a su llamada y 
a sus exigencias;
-servicio: a ver si de una vez aprendemos de nuestro Maestro Jesús la capacidad de ponernos a los 
pies de los hermanos.
Así nos describe Rafael Prieto la Ultima cena del Señor con sus discípulos:
"Lava los pies de sus discípulos / para que resplandezcan en el reino,
lava con el cariño de la madre / y con la perfección del lavandero.
-Yo quisiera lavaros vuestras almas / con agua de mi fuente/sacramento.
Parte después el pan, como partiéndose, / para saciar a niños tan hambrientos.
-Yo soy espiga y pan del mejor trigo, / comed pan amasado con mi cuerpo.
Pasa también la copa a sus amigos, / que siempre están con sed, insatisfechos.
-Yo soy racimo en alto cultivado / para disfrute de los hombres nuevos.
Bebed, bebed, amigos e hijos míos, / alegraos, no importa quedar ebrios.
-Soy fuente, soy espiga, soy racimo, / soy vid, soy pastor y soy cordero;
quiero decir que soy un Corazón, / no sé cómo decir lo que yo os quiero.
-Quisiera cobijaros con mis brazos, / como hace la gallina a sus polluelos,
quisiera abrir del todo mi Costado / y que todos pudieran entrar dentro.
-Que os améis así, como yo os amo, / éste será sólo mi mandamiento.
Sois nueva creación, adelantados / de otra historia, otro mundo y otro Reino:
un pueblo unido, solidario, amigo, / muchísimos colores en su cielo.
Y del Obispo Casaldáliga, este soneto "Mi cuerpo es comida":
"Mis manos, esas manos y Tus manos / hacemos este Gesto, compartida
la mesa y el destino, como hermanos. / Las vidas en Tu muerte y en Tu vida.
Unidos en el pan los muchos granos, / iremos aprendiendo a ser la unida
Ciudad de Dios, Ciudad de los humanos. / Comiéndote, sabremos ser comida.
El vino de sus venas nos provoca. / El pan, que ellos no tienen, nos convoca
a ser Contigo el pan de cada día.
Llamados por la luz de Tu memoria, / marchamos hacia el Reino haciendo Historia,
fraterna y subversiva Eucaristía."
Ayúdanos, Padre, a amar como Jesús nos ha amado. El nos amó como Tú lo amabas. El puso en la 
tierra una energía divina. Era como un fuego, que ya nadie puede apagar. Haznos, Padre, partícipes de
tu amor. Así: "Amor de Dios, / amor de hermano, / amor divino, / amor humano.
Amor "señor", / amor esclavo, /amor tan grande / anonadado.
Amor, que muere, / resucitado. / Amor en Cristo / eternizado."