Lucas 22, 14-20 

"No hay mandamiento mayor que éste"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

En tiempos de Jesús, además de los diez mandamientos, existían cerca de 630 mandamientos. Un
montón de códigos y toda una casuística inútil y desencarnada. Hoy podemos caer fácilmente en el
mismo peligro, el legalismo farisaico, que nos justificaría. Jesús viene a poner las cosas en su sitio.
La voluntad de Dios encuentra su máxima y definitiva explicación en el doble mandamiento evangélico
del amor a Dios y al prójimo, el cual da sentido y unidad a toda la existencia cristiana y es. al mismo
tiempo, el mejor antídoto contra la casuística farisea de la ley y el espiritualismo etéreo, que descuida 
el compromiso concreto en la vida. Hoy nos ofrece Jesús la clave fundamental para cumplir la voluntad de
Dios, que "vale más que todos los holocaustos y sacrificios": el amor a Dios y el amor al prójimo.
Vemos así que el amor, propuesto por Jesús, no es una simplificación de la ley sino la clave de la ley.
Sólo en el amor la religiosidad es experiencia razonable.
Los ídolos no tienen lugar en el corazón del creyente: ni el dinero, ni la fama, ni el puesto, ni los placeres,
ni las seguridades, ni la familia, ni la propia persona, ni la propia vida.
La novedad del evangelio no consiste, por tanto, en el hecho de que establezca como principio unificador
el valor supremo del amor. Esto se repite a menudo en toda la tradición bíblica y fue enseñado sin cesar
por los maestros judíos. Jesús retoma el fundamento de la fe de Israel y lo propone a sus discípulos como
el primero y el más importante de los mandamientos el amor íntegro y total a Dios como único Señor.
La originalidad de la propuesta de Jesús se encuentra sobre todo en la segunda parte de su respuesta,
cuando coloca el mandamiento del amor al prójimo al mismo nivel que el primero, en cuanto 
pertenece a la misma categoría de principio unificador y fundamental: "No hay mandamiento más
importante que éstos". Tanto amas a Dios cuanto amas al prójimo. 
Para el cristiano, la fe, la religión, el culto, etc. se miden por los niveles de cercanía y entrega a los
demás, especialmente a los más pobres y excluidos.