Juan 20, 1-9 

"Ha resucitado"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Pareciera llevarnos el Evangelio de hoy al Cantar de los Cantares, describiéndonos una escena esencialmente idílica del
"encuentro" de la amada María Magdalena (una de las más fieles discípulas de Jesús) con el amado Maestro, ya
resucitado. El evangelio de hoy nos muestra, a través de la experiencia de la Magdalena, cómo la comunidad maduró en
experiencia de fe y pudo comprender el alcance y el significado de la resurrección de Jesús. Según San Juan:
- Es idílico el lugar: el Huerto en donde se encontraba la tumba de Jesús.
- Es idílico el desarrollo del relato:
* los ángeles, que preguntan a María "por qué llora";
* el hortelano, que le hace la misma pregunta;
* la respuesta de María: llora por la ausencia del Amado;
* la respuesta de Jesús Resucitado, llamándola por su nombre: ¡MARIA!
Para despertar a la Resurrección es necesaria la experiencia personal. Las lágrimas y el sentimiento de abandono son
el paso necesario para llegar a la experiencia personal de su encuentro con el Resucitado.
María, al sentirse llamada por su nombre:
* agarra al Señor y no quiere soltarle;
* tiene que pedirle el mismo Jesús que le suelte;
* pasa entonces a la convicción profunda en el Resucitado;
* cumple con la misión de anunciar a los discípulos que Jesús ha resucitado, tal como se lo pide el mismo Señor.
Importante todo el relato: Conviene recordar que, para los judíos, la palabra de una mujer o de muchas no tenía
valor alguno. Para ser dignas de crédito tenían que contar con el soporte, el aval del varón. Con Jesús se declara la
igualdad del testimonio, sea varón, sea mujer. Y más en este caso, cuando fueron ellas las valientes y leales y los
discípulos los cobardes y traidores. Y así, toda la comunidad se pone en camino hacia la misión.
No estaría mal que revisáramos en nuestra Comunidad/Iglesia el crédito, que seguimos dando a la labor evangelizadora
de las mujeres, admitidas, si acaso, como auxiliares de la evangelización y nunca como protagonistas.
Y cantamos: "Es grano, que muere, / por el triunfo de la espiga. / Aleluya, aleluya!
Cristo es nuestra esperanza, / nuestra paz y nuestra vida. / Aleluya, aleluya!"