Juan 8, 1-11 

“El que esté sin pecado, que tire la primera piedra”

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

La sabiduría y la bondad divina se nos manifiesta en Jesucristo. Le traen una mujer adúltera, condenada a ser muerta a pedradas según las normas de la Ley de Moisés. Con su actitud, Cristo va a dejar bien claro que “Dios no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y viva.”

Los acusadores son letrados y fariseos quienes, para defender a Dios, cazan a una mujer, la arrastran por Jerusalén y la quieren hacer morir a pedradas. ¿Cómo puede agradar a Dios, que es Padre de todos, este linchamiento de sus hijos? Esta mujer, acusada del pecado de adulterio, representa a todos los reos de la historia. Todavía, en nuestros días se dan casos de lichamiento semejantes y también en nombre de Dios. Pensemos en Amina, etc. Los escribas y fariseos son modelo de intransigencia y de intolerancia y deciden eliminar a sus adversarios –incluido el mismo Jesús- por medio del terror.

Muy cerca de la Pascua se nos ofrece esta escena, llena de la misericordia y del perdón divinos. Los inquisidores de la historia no debieron conocer este pasaje, pues de lo contrario no hubieran obrado con tanta crueldad. Reconocemos que, en lo profundo de nuestro corazón, está siempre acechando un inquisidor, dispuesto a condenar al otro y a pedir sobre él el castigo divino, olvidándose del perdón generoso de Jesús y de nuestros propios pecados, más graves aún.

Este texto del evangelio de hoy fue comentado por Monseñor Romero (San Romero de América, para muchos de nosotros) en su célebre y última homilía. Así dice:

“No encuentro figura más hermosa de Jesús salvando la dignidad humana, que este Jesús que no tiene pecado, frente a frente con una mujer adúltera.

Fortaleza pero ternura: la dignidad humana ante todo...

A Jesús no le importan detalles legalistas...

El ama, ha venido precisamente para salvar a los pecadores...

Convertirla es mucho mejor que apedrearla; ordenarla y salvarla es mucho mejor que condenarla...

Las fuentes del pecado social están en el corazón drl ser humano...

Nadie quiere echarle la culpa y todos son responsables... de la ola de crímenes y violencia.

La salvación comienza arrancando del pecado a cada ser humano...

“No peques más”.

En toda esta semana llamada de “Pasión” por ser una sentida y profunda reflexión sobre la entrega de Jesús al dolor y a la muerte para alcanzarnos el perdón y la vida, estamos llamados a convertirnos de nuestros pecados, a perdonar a quien nos haya ofendido y a pedir perdón humildemente por nuestras culpas para merecer gozar en la victoria de Cristo sobre el mal y la muerte. Así pues, antes de juzgar, juzgarnos. Antes de condenar, entregarse. Antes de matar, dar la vida por el otro –como lo hace Jesús, que se entrega y se da en comunión aun a aquellos, que le van a matar-.

“Dios no mandó a su Hijo al mundo para juzgar al mundo sino para que el mundo se salve por El”.