Marcos 10, 17-27 

"Vende lo que tienes y sígueme"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

La escena tiene dos partes: en la primera se muestra a un hombre rico preocupado por heredar la 
vida eterna. Al oír la recomendación de Jesús, el joven se marchó entristecido.
En la segunda Jesús hace notar a los discípulos lo difícil, que es para los ricos, entrar en el Reino,
pues para ello tendrán que renunciar al dios-dinero como prueba de que adoran al único Dios verdadero,
que se define como amor sin límites. Ser rico y cristiano resulta tan difícil como hacer pasar al animal
más grande -el camello- por el agujero más pequeño -el de una aguja-.
Los discípulos, que han seguido la escena, no entienden del todo que Jesús recomiende a un hombre 
-que se le ha acercado y que puede resolver los problemas económicos del grupo- SEGUIRLO
poniéndole como condición previa vender todo lo que tiene y darlo a los pobres. De ahí que pregunten a
Jesús: "Entonces, ¿quién podrá subsistir? No creen que sea posible la subsistencia material del Grupo
sin el apoyo de la riqueza material de algunos de sus miembros. Jesús zanja la cuestión diciendo que
"lo que es humanamente imposible, no es imposible para Dios."
Con Dios será posible el amor solidario de los miembros de la comunidad, que proveerán de lo necesario
a cada uno de los miembros, que lo necesiten. Se trata de estar dispuesto a dejarlo todo, perderlo todo,
para ganarle. La prueba de "vende todo lo que tienes" es el único crisol válido para deshacerse de 
los apegos", que nos impiden el auténtico seguimiento de Jesús. 
Hoy tenemos el mismo desafío. Nuestras iglesias, comunidades o grupos cristianos por más que sean
pobres, pequeños y frágiles, pueden ayudar a aliviar el dolor, que han dejado todo atrás. Y no sólo 
para ofrecerles un techo o un plato de comida. Esto es importante pero es más importante 
ofrecerles afecto y fraternidad de modo que se sientan acogidos por una red de manos amigas.