Marcos 10, 28-31 

"Recibiréis en este tiempo cien veces más, con persecuciones, y en la edad futura vida eterna"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

No quiere Dios que sus seguidores tengan puesto su corazón en la riqueza. Por eso, Jesús invita al rico
a dejar todos los bienes antes de entrar en la comunidad. ¿Cómo tendrían que hacer, dentro de la
comunidad, para subsistir materialmente, si en ella no hay ricos, y los que forman parte de ella lo han
dejado todo para seguir a Jesús? Pero "todo es posible para Dios". Convencidos de esto o tal vez 
esperando una vida mejor, Pedro y sus compañeros lo habían dejado todo para seguir a Jesús.
Ante esta situación, Jesús responde con una promesa: "les anuncia que esa generosidad y
desprendimiento de los bienes materiales y de la familia de sangre tendrá una recompensa aquí 
en la tierra y que, además, sus seguidores recibirán la vida eterna." Los discípulos recibirán en la
tierra mucho más de lo que dejaron: un nuevo hogar y una nueva familia entre cuyos miembros no habrá
desigualdad ni dominio. Jesús omite de la lista la mención del padre de familia, símbolo de la autoridad, 
ya que la comunidad será de todos iguales.
Esta sobreabundancia a la que solamente se llega por medio del compartir lo que se tiene y lo que
se es, no librará al discípulo de las persecuciones, de la hostilidad por parte de la sociedad, que no acepta
este nuevo modo de ser y de vivir en el que el valor supremo no es el dinero sino el amor solidario. Los
seguidores de Jesús heredarán, además, la vida eterna.
¿Nos creemos esto? ¿Estamos dispuestos a dejarlo todo y seguir a Jesús con el único y exclusivo equipaje 
de la fe? ¿Creemos verdaderamente que es posible? Sabremos que lo vivimos en la medida en que nos
desprendamos de nuestros bienes para seguir a Jesús en la comunidad practicando siempre y con todos
el amor solidario.