Marcos 10, 2-16 

"Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Los fariseos cargan de nuevo contra Jesús. Hoy intentan colocarlo en contradicción con la Ley 
Judía. Han sido testigos de la actitud valiente de Jesús valorando a la mujer. Para tentarlo,
le preguntan a bocajarro: "Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?" Saben ellos
que puede hacerse según la Ley Judía y creen que Jesús va a caer en la trampa que le tienden.
Jesús les explica con autoridad el por qué de esa permisividad ("por vuestra terquedad") y
les lleva al principio de la creación, cuando Dios los hace varón y hembra, iguales en dignidad.
Claramente se deduce que la mujer no es una cosa, un objeto, ni tampoco es patrimonio del
varón. La mujer es también una persona y, entre ellos, varón y hembra, se da una unión de
iguales. Nos remte el Evangelio al Génesis, que nos ofrece la misma doctrina.
Lo que Dios quiere es una relación de amor. Por eso merece la pena arriesgarlo todo:
"Abandonará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer". Se nos dice en el
Evangelio que hay que amar a Dios con todo el corazón. Así, de radical, debe ser también
el amor entre los esposos.
Debe darse entre ellos una entrega mutua, recíproca: "dos en una sola carne". "Yo en ti y
tú en mí para que los dos vivamos en la unidad de un solo principio de amor. Así viven los
dos juntos y unidos de por vida, ahondando cada vez más en el amor mútuo.
En nosotros está anunciar con la vida que el amor, si es auténtico, no se gasta, sino que crece,
se acrisola, se purifica y gana en profundidad. Si es fiel, engendra amor, multiplica amor.
Denunciar también con la vida la esperanza, la llamada del amor. Por encima de dificultades y
desencantos. Así se llama al amor, se regenera el amor, perdonando con amor, olvidando por amor.
Por eso, en la infidelidad o ruptura, y siempre por el bien de la persona, tenemos que anunciar
también el Evangelio del amor y la llamada a la conversión. Y surgira entonces la reconciliación,
porque no han perdido la capacidad de amar.
"Lo que Dios ha undo, que no lo separe el hombre". Hay que supeditar todo al amor. Es la
vida de nuestra vida.