Juan 3, 13-17 

Exaltación de la Santa Cruz

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

La cruz de Cristo no fue un designio de Dios Padre sino de los hombres. Jesús no buscó la cruz
ni la muerte. Y tampoco nosotros debemos buscar la cruz por sí misma. Ni Dios ni Cristo ni nosotros 
debemos amar la cruz sino combatirla. ¿Que cómo? 


1º.) Liberando del sufrimiento al ser humano.


2º.) Haciendo a todos todo el bien que podamos.


A tener en cuenta:
1° Al "adorar" la santa cruz, no adoramos los dos maderos que la forman, ni la imagen que cuelga 
de ellos. Adoramos al Hijo de Dios: con su muerte nos manifiesta el amor infinito que Dios nos tiene.


2° Si miramos la cruz con amor y esperanza, como hicieron los israelitas con la serpiente en el desierto,
contemplaremos la bondad y el amor divino llevados hasta el extremo y recuperaremos los 
motivos para luchar y compartir con los demás.


3° No hay nada masoquista adorando la cruz, pues no adoramos el dolor o el sufrimiento. Sabemos 
que el amor exige renuncias y causa heridas al enfrentarse al sufrimiento y a la muerte. Dios
mismo lo experimenta en la muerte de su Hijo, que nos dice: "El que quiera ser mi discípulo,
tome su cruz y sígame."


4° Nuestra cruz de cada día está en la responsabilidad y en el esfuerzo para comprender, aceptar
y respetar a los demás en medio de un mundo mercantilizado. Porque no se trata de adorar sólo
la cruz sino de amar, como Dios nos ha amado en Jesucristo.


El contenido de esta fiesta se manifiesta en la fidelidad de Jesús a la Causa del Reino. Algunos 
se escandalizan ante esta manera de ver la cruz. Es necesaria en nosotros una renovación mental 
plena.


Así como Cristo, al encarnarse, se vació de sí mismo, se despojó de sus privilegios, de la misma
manera el seguidor de Jesús debe renunciar a todo privilegio y asumir el vaciamiento de sí mismo para 
que Cristo crezca en él. Esto supone aceptar el empobrecimiento, la persecución hasta la misma 
muerte, con tal de ganar a Cristo.


En el himno de Laudes bendecimos la cruz:
"¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza! / Jamás el bosque dio mejor tributo 
/ en hoja, en flor y en fruto.
¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la vida empieza / con un peso tan dulce en su corteza!