Marcos 8, 27-35 

"Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Tú eres el Mesías"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Camina Jesús con sus discípulos por una región fronteriza, habitada por paganos y que tiene como
capital a Cesarea de Filipos. Aparece Jesús aquí muy cercano a sus discípulos. Tiene curiosidad en
saber qué piensa la gente de él. Parece que los discípulos van tomando conciencia de quién es
su Maestro.


Existe en el pueblo la gran esperanza de liberación definitiva de Israel. Deseaban ardientemente 
vivir como nación libre. Cuando Jesús pregunta a los Apóstoles quién es El para ellos, de
inmediato Pedro, siempre Pedro, en nombre de los Doce, responde: "Tú eres el Mesías". Mesías 
en hebreo, Cristo en griego, significa: "el hombre consagrado por Dios, el Salvador", que 
esperaban los judíos .Un Mesías, que hiciese de Israel una nación libre, más aún, querían que Israel 
fuera un imperio, el centro del mundo.


Jesús les echa un jarro de agua fría: les sigue instruyendo, y les dice que "el Hijo del Hombre 
debe sufrir mucho, que sería condenado a muerte y resucitaría al tercer día". No llegará 
glorioso y triunfante, como dice el Libro de Daniel. Sí, como hombre perfecto, llevará sobre sí 
el destino de la humanidad. Con el sacrificio de sí mismo, libremente aceptado, salvará al mundo.
El camino a Jerusalén va a estar plagado de dificultades, incertidumbres y ambigüedades. Una
de ellas era la incapacidad del Grupo de los Doce de descubrir la identidad de Jesús. Aunque
él había demostrado a lo largo del camino que su interés no era el poder sino el servicio.
No cuaja esta imagen de Mesías en la mente de los Apóstoles. Esperaban un Mesías nacionalista,
el líder político, que liberara a Israel de la opresión romana. Les cuesta descubrir en Jesús al 
"siervo sufriente", que anunció el profeta Isaías. Por eso, Pedro lleva a Jesús aparte y lo reprende.
Quiere apartar a Jesús del final que les anuncia. Y Jesús tiene que regañar a Pedro 
comparándole con Satanás.


En medio de esta crisis del Grupo de Discípulos, Jesús decide continuar el camino y trata de
enderezar la mentalidad de los DOCE, torcida por sus ideas triunfalistas.
Para Jesús, la redención proviene -después de su muerte redentora- de cada ser humano, que 
se compromete a transformar realidades de esclavitud y muerte en liberación y vida. Claro que este
camino no es un camino de rosas. Es un proyecto árduo y difícil, que Jesús nos lo irá explicando,
acompañándonos hasta el final, si es que decimos seguirle. Nosotros, como creyentes, seguidores
de Jesús, debemos tener siempre clara la identidad de Jesús, y no debemos perder nunca la
esperanza, porque sabemos que detrás del sufrimiento y de la muerte está la vida 
y la resurrección.