Lucas 7, 19-23 

"A los pobres se les anuncia el Evangelio

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Nos presenta el Evangelio de hoy la versión de Lucas de la embajada, que envía Juan para poder 
confirmar con seguridad la identidad de Jesús.


Juan es hijo de su época y, en ese sentido, sus expectativas mesiánicas participan de aquellas ideas, 
que les habían ido formando en torno a la llegada del Mesías.


La respuesta de Jesús no tiene nada de teoría. Delante de los mensajeros de Juan comienzan a 
desplegarse los signos propios del Mesías. Y es que en la concepción mesiánica más original, el Mesías 
debía ser aquél que "diera luz a los ciegos, que hiciera oír a los sordos y andar a los cojos". Ahí está
la respuesta a los mensajeros de Juan. Ellos tiene que llevar el resumen de esta entrevista con Jesús para 
que Juan saque su conclusión.


A los signos, que Jesús hace, se añade otra actividad más y que es propia del Mesías. En los últimos días 
Dios debía enviar al profeta escatológico para que explicara al pueblo el verdadero y definitivo sentido de la
Ley. De acuerdo con eso, Jesús advierte a los enviados de Juan que, además de todos los signos que han
visto, "a los pobres se les anuncia la Buena Noticia del Reino". Jesús, el Mesías, realiza los signos de
salvación, proclamándolos, además, entre los pobres.


Preguntémonos si nuestra actitud evangelizadora se ajusta o no a la actividad de Jesús. Los signos, en los 
que se concreta nuestro trabajo, ¿permiten, aunque sea un poco, ver a los ciegos? ¿oír a los sordos?
Tal vez los ciegos, los sordos y los cojos de nuestro tiempo seamos nosotros mismos que, a pesar de 
tener mucha actividad apostólica, a lo mejor no vamos más allá de anunciarnos a nosotros mismos o al
grupo o institución a la que pertenecemos. Pero está claro que vamos a hacer lo posible por corregirnos...
¿o no?