Juan 6, 16-21 

"Vieron caminar a Jesús sobre el Lago y les dijo: "Yo soy, no temáis"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

El episodio de hoy continúa la escena de la multiplicación de panes y peces. Mientras Jesús se dedica a la oración, los
discípulos desafían al mar en medio de la oscuridad de la noche. 
Recordemos que, para los hebreos, el mar es símbolo de fuerzas desconocidas, que amenazan la existencia humana: se 
concreta en el viento, tormentas, huracanes, etc. Así, la comunidad cristiana, simbolizada en la barca pequeña y vacilante, nos habla de dejar un mesianismo simplista y nos lleva a la ribera segura de una fe solidaria. Y no se siente sola en esta tarea: el Maestro, caminando sobre las aguas, la acompaña siempre. Habrá que remar, eso sí, contra corriente 
y acoger a Jesús en la barca para llegar a tocar tierra en la otra orilla.
Es breve el relato de Juan (apenas 6 versículos), pero todo él cargado de una belleza seductora. Escena muy bien insinuada y con una conclusión inmejorablemente sugerida...
* Seguro que todos y cada uno de nosotros hemos pasado por situaciones idénticas: Se nos ha cerrado la noche, nos es 
contrario el viento, se encrespa el mar de la vida -con olas que parecen insuperables-, todo se convierte en dificultades. Y
cuando aparece el fantasma... el susto es morrocotudo y se transforma en el encuentro esperado, que nos descubre que
todo está en su sitio y que llegamos ya a la meta de la que parecíamos estar tan lejos... ¿Verdad que parece habernos
pasado algo semejante, aunque no lo recordemos, con todas sus circunstancias en estos momentos?
* Es muy posible que el evangelista Juan lo escribiera para hacernos evocar, recordar, situaciones ya vividas en nuestros
encuentros con la mano de Dios que, -sin saber cómo- nos saca de situaciones de noche y de mar contrario.
* Cada uno de nosotros -como personas, no podemos caminar por la vida a la fuerza, en noche cerrada, contra el viento y el mar empujados por las olas. Resistiríamos sólo unos momentos. No podemos convivir con los fantasmas de la noche.
Necesitamos confianza en la vida, en la gente, en nosotros mismos -autoestima-. Y, sobre todo, confianza en El, Jesús
de Nazaret Resucitado, el único fantasma, que nos puede decir insinuante: "Soy yo, no temáis".
* Cuando el sinsentido, la mala suerte, el absurdo o la culpa nos cierren el paso y nos parezca que estamos perdidos, como los discípulos de Jesús en la escena del evangelio de hoy, es bueno descubrir que muchas veces, tras esos fantasmas, es el mismo Dios quien se nos manifiesta y quien, llegado el momento, 
también a nosotros nos mira con amor y nos dice: "Soy yo, no temáis."
Uno de los más grandes profetas de nuestro tiempo, Teillard de Chardin, nos confiesa: "En mi marcha por la vida pude
ver y descubrir que todas las cosas están centradas en un punto, en una persona, y esta persona eres tú, Jesús.
Jesús, sé para mí el verdadero mundo. Que todo lo que hay en el mundo tenga tu influencia sobre mí, y que
todo se transforme cada vez más en ti por mi esfuerzo."