Juan 6, 22-29 

"Trabajad por el alimento que perdura"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Contesta Jesús a las preguntas de la gente reprochándoles su interés egoísta y su falta de fe. Y les invita para que trabajen por el alimento que perdura y no por el que perece, es decir, deben trabajar por el alimento, que hoy les ofrece Jesús, para la vida eterna.
Nos vale la experiencia de Jesús, como hombre, que nos demuestra la degradación permanente del ser humano, cuando
se ve obligado a tener como único objetivo de su vida el luchar por la subsistencia. Y es esto lo que Jesús ve a diario: la
riqueza y bienestar concentrados en unos pocos; y, en contraste lacerante, la pobreza y la miseria de todo un pueblo.
Dios es diferente a nosotros. El da la vida en abundancia y quiere que llegue a todos, pues para El contamos todos y
nos valora con criterios diferentes a los que usan los "poderosos" de este mundo.
Jesús tiene otros valores, porque no nos juzga según nuestra condición económica sino según su bondad infinita y
misericordiosa. Eso sí, tenemos que descubrir que nuestra fe tiene implicaciones sociales, económicas, políticas y 
religiosas. Si de verdad nos decimos cristianos, no podemos tolerar la injusticia, la miseria, la corrupción, la mentira, etc.,
que gobierna el mundo. Hay que plantarle cara a cuanto nos esclaviza. Tenemos que abrir el corazón para que se parezca 
al de Dios, en el que todos los seres humanos tienen un lugar, especialmente los más pobres, humildes y pequeños.
Quiere Jesús con el milagro que el pueblo y sus propios discípulos entiendan que el dinero no resuelve todos los problemas.
Que hay que enfrentarse a ellos comunitariamente y no sacudírselos de encima egoísta e individualmente.
Quiere Jesús, sobre todo, que la comunidad descubra que es la SOLIDARIDAD la única fuerza para salir adelante. La fe
nos hará personas libres si somos personas solidarias.
La consumación se dará en el cielo, donde habrá paz y unidad total. 
Y ésa será precisamente la obra del Hijo del Hombre. 
Y termina Jesús contestando a las preguntas, que le hacen. La obra nuestra es creer en el Enviado del Padre.
El egoísmo y la ambición desmedida siguen estando en la raíz de todos los males nuestros. Aún en el interior de nuestras comunidades eclesiales existen serias divisiones, rencillas, separaciones, que quitan autenticidad al anuncio del Reino. Y nos preguntamos: ¿Qué actitudes impiden que nuestras comunidades sean signos creíbles del anuncio que
hacemos y de la fe que profesamos? ¿Cómo vivimos nuestra consagración a la misión, que Jesús nos ha encomendado?