Juan 6, 30-35 

"Yo soy el pan de la vida" 

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

La palabra clave del evangelio de hoy es PAN, que repite Juan SIETE VECES en cada sección de este capítulo y SIETE
VECES aparece también la expresión "que he bajado del cielo."
Recordemos cómo Dios había facilitado al pueblo de Israel un alimento providencial, el maná, cuando en el desierto no
tenían nada, les faltaba todo. Pero no solamente vamos a Dios buscando favores, pues fácilmente los olvidaríamos
después y seríamos desagradecidos; es más, volveríamos a quejarnos, como le pasó al pueblo de Israel, entonces, por
el maná; y ahora, por darles de comer los panes y los peces.
El maná fue el alimento del pueblo de Israel, mientras duró la marcha por el desierto. Llegados a la Tierra Prometida,
desapareció el maná. La Eucaristía es el alimento del seguidor de Jesús, de la comunidad cristiana, en su peregrinar
hacia la Casa del Padre. Allí el mismo Dios nos servirá la mesa. 
Y seguirá siendo para nosotros el signo de la entrega generosa de Cristo, de su amor por nosotros.
Por todo ello, dice Jesús a los judíos, que El es el pan de vida, y que quien está con El no pasa hambre y quien cree 
en El no tiene sed. Es la obra, el signo, que ofrece Jesús, a quienes lo retan y lo juzgan inferior a Moisés, que les
ofreció el maná y el agua de la roca.
La Eucaristía, que ofrece Jesús, lo supera todo: es un pan, que da vida al mundo; es un pan universal, como anticipo de
la utopía antigua y actual: la de que todos los seres humanos tengan a su alcance el pan de cada día.
Nos muestra Jesús así una experiencia nueva de comunidad para que aprendamos a compartir el pan, el trabajo, el 
descanso; para que no puedan darse los acaparadores en medio de un mundo de hambrientos. Para dar vida a este
proyecto de Jesús es necesaria una gran dosis de fe. A partir de esta fe es la comunidad solidaria la que tiene que hacer
el milagro del Pan compartido.
Jesús quiere que pasemos del nivel de los milagros al de los signos, donde se muestra la intención liberadora de
Dios en cada una de sus manifestaciones.
Pablo Neruda en su "Oda al pan" proclama:
"Todo nació para ser compartido, / para ser nuestros hombres, / con todos los hambrientos...
Todos los seres / tendrán derecho / y así será el pan de mañana, / el pan de cada boca, / sagrado, / consagrado..."