Lucas 11, 29-32 

“Esta generación es perversa. ¡Aquí hay uno que es más que Salomón!”

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Le rodea a Jesús una multitud, que queda admirada ante la curación de un mudo del que expulsa al demonio. Sus enemigos lo atribuyen a Belcebul, príncipe de los demonios, y unos terceros le piden un signo para creer en El. Este es el marco del evangelio de hoy. Ante esto:

Resulta interesante fijarnos cómo el evangelista Lucas nos presenta a dos extranjeros (Jonás y la Reina del Sur), considerados por los jerarcas religiosos de Israel como incrédulos y depravados, condenando a los que se creen elegidos y amados de Dios por sus méritos personales. Son los mismos que manipularon la Ley para ponerla a su servicio.

Para éstos, es Jesús un galileo intratable y se atreven a pedirle un signo bajado del cielo, algo hermoso y admirable, con la firma de Dios. Exigen un signo llamativo, maravilloso, que les deje perplejos y sin aliento. Sólo entonces se convertirán y creerán en El.

Jesús no les va a satisfacer “pagando ese precio”, ni les va a dar otra señal que la de Jonás en Nínive. Sobre ellos caerá el juicio de condena de los habitantes de Nínive, paganos por más señas y, sin embargo, aquellos ciudadanos de Nínive se convierten ante la predicación del profeta Jonás. ¿Cómo no se van a convertir ellos ante la predicación del nuevo profeta –Jesús-, que es el enviado definitivo del Dios de Israel?

Jesus se ve rechazado por los que se creen dueños de Dios. Sólo encuentra objeciones y resistencia de su parte. No es raro. Porque Jesús invierte los valores del Mesías, que ellos esperaban. La muerte injusta de Jesús a manos de los poderosos se convierte en señal única de vida para su seguidores. Es el Dios, que fracasa en la historia y que muere injustamente en la persona de Jesús.

Como Jonás fue entonces para Nínive, ahora es Jesús y su mensaje la señal de Dios Padre para toda la humanidad. Es Jesús la sabiduría de Dios, que todos debemos escuchar, abrazar y seguir. La Cuaresma es el tiempo oportuno para preguntarnos hasta dónde aceptamos en nuestra realidad de cada dia el proyecto de Jesús. Las Naciones Unidas nos recuerdan que los signos de muerte siguen creciendo a causa de los que adoran al dios-dinero. Revisemos en esta Cuaresma si nuestra vida personal y comunitaria, que Jesús nos exige: “Brille así tu luz ante la gente.” No aceptemos como criterio en nuestra vida: “El que la hace, la paga.” Jesús prefiere, como el Padre, ganar por la misericordia hijos para la vida. Por eso, si nos abrazamos a la misericordia, nos hacemos semejantes a Dios.