Mateo 13, 1-9

"Salió el sembrador a sembrar

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo 

 

 

 La parábola del sembrador nos enseña -en contra de nuestros esquemas egoístas, efectivistas 
y productivos según el modelo neoliberal- que Dios (como el sembrador) sabe correr el riesgo
de su fracaso sin dejar por ello de ser un buen labrador.
No lo olvidemos. Para cosechar algo, hay que sembrar mucho. Vemos a Jesús sentado a la orilla 
del mar Cuando el pueblo lo descubre, son muchos los que acuden a El. Se sube Jesús a la barca y, 
ya en el mar, desde el fondo, es decir, desde su propia vivencia, les habla con libertad.
Para hacerse entender fácilmente del pueblo les habla en parábolas o comparaciones populares, 
lenguaje propio de los campesinos y obreros manuales, quienes entienden así mejor el mensaje y el
compromiso de vida que contiene.
En la parábola del sembrador se nos habla de tres riesgos, que debe vencer la semilla (aparición
de Cristo en nuestra historia) y de la posibilidad de abundante cosecha, si lo tomamos en serio. 
Veamos los riesgos, los obstáculos, que encuentra la semilla al ser sembrada:
1° Terreno (camino), que se ha endurecido por el paso de personas y animales. Así, la semilla queda
al descubierto y se la comen los pájaros. Y de cosecha, nada de nada.
2° Terreno lleno de piedras, lo que impide que la semilla eche raíces. Y se seca. Y la cosecha, nula.
3° Terreno lleno de espinas, que impiden su crecimiento. De cosecha, nada de nada.
4° Pero se da también la posibilidad de abundante y copiosa cosecha. Es así, cuando la semilla 
cae en buena tierra, abonada y cultivada, y mimada después. Dependerá de la calidad de la tierra, del
abono que reciba la tierra y del cultivo de la semilla (Palabra de Dios, para que rinda en abundancia y
sea eficaz.Las cifras 100, 60 y 30 nos indican una cosecha excepcional, ya que en los campos de
Palestina una cosecha normal producía 10 por 1.
Palpando estos riesgos y posibilidades, nos vemos obligados a no permanecer indiferentes y a tomar
una decisión, que interpele con fuerza nuestra vida para dejarnos transformar y poder seguir el 
proyecto de Jesús. De esta manera acogeremos la Palabra (semilla) y dará un fruto abundante en
nosotros. Cada uno de nosotros, como los contemporáneos de Jesús, deberá tomar una opción en
su vida y de eso dependerá la esterilidad o la fecundidad de su propia existencia.