Mateo 10, 1-7

"Id a las ovejas descarriadas de Israel"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo  

 

El llamado anterior se concreta hoy con nombres y apellidos. La misión, que reciben: continuar la misión de Jesús expulsando demonios, curando enfermedades, anunciando la cercanía del Reinado de Dios para llegar a esa sociedad alternativa de fraternidad, solidaridad y servicio, etc.

El mismo número DOCE nos recuerda a las DOCE tribus de Israel, que representaban al "pueblo elegido", como un sueño de Dios. Encabeza la lista Simón Pedro y su hermano Andrés. Los DOCE están destinados a convertirse en pescadores de hombres.

Jesús está proyectando su Iglesia como nuevo pueblo de Dios. Y elige el Grupo de los Doce -con singular valor simbólico- para que sean sus testigos en el mundo.
Llamó a los que El quiso (Jn 15, 16). En la Iglesia de Jesús ser apóstol es una responsabilidad, que se conquista, pero es también antes un don: hay que ser llamado. Les enseña Jesús un estilo de vivir y convivir, que sirva de modelo a su Iglesia. Y hay que dar estos pasos:

1) El Padre envía a su Hijo a la tierra y el Hijo envía a los Apóstoles con la fuerza del Espíritu. El Padre confía a Jesús la realización de su Plan de Salvación; Jesús encarga a los Apóstoles que Le ayuden y que después se hagan cargo de la obra iniciada por El.

2) Les dice Jesús que se dirijan primero a las ovejas dispersas de Israel. Después harán llegar este Plan de Salvación a todos los pueblos y naciones.

3) La diversidad de extracción de los DOCE llamados nos indica la superación de prejuicios sociales y religiosos. Así, un publicano aparece junto a sencillos israelitas. Se les asigna también el poder suficiente para realizar la tarea. Este poder les va a dar fuerzas para luchar en positivo contra espíritus inmundos y enfermedades, y la sabiduría suficiente para anunciar el Reino de Dios, primero a Israel, después al mundo entero.