Marcos 3. 22-40

La blasfemia contra el Espíritu Santo

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo  

 

"Está en poder de Belcebú", dicen de Jesús los fariseos y maestros de la Ley. Les cuesta aceptar las curaciones, que hace Jesús, pero lo que les inquieta y provoca más son las expulsiones de demonios. Por eso, ellos, que se consideran única autoridad religiosa, viajan desde Jerusalén a Galilea para ver más de cerca a Jesús y analizar lo que hace.

Veían los judíos demonios por todas partes y hasta creían que las enfermedades eran también consecuencia de la posesión diabólica. Belcebú era el nombre de un antiguo ídolo, y lo usan ahora para designar al demonio.

No pierde el tiempo Jesús en explicarles lo que es enfermedad y lo que es posesión; en realidad, el demonio, el mal, está detrás de toda miseria humana.

Entran en la casa de un hombre fuerte: se refiere al demonio y la casa es la persona poseída. Atar al demonio es quitarle el poder sobre su víctima.

Se perdonará a los que hablen de Dios de forma escandalosa o a los que critiquen al mismo Jesús porque no entienda la forma de de actuar de Cristo. A todos disculpa y perdona. Pero no se concede el perdón a los que llamen mal a lo que evidentemente es bien. Hablar (blasfemar) contra el Espíritu Santo es atribuir al 
espíritu malo una obra que es manifiestamente buena. Como decir que Cristo tiene dentro a Belcebú y expulsa los demonios y hace el bien curando a los enfermos con el poder de Belcebú.

Los que ahora atribuyen sistemáticamente a intenciones perversas el bien, que hacen otros, o la misma Iglesia o los de otros partidos, pecan contra el Espíritu Santo. El que reconoce la verdad, el bien, y no a Dios, está en mejor camino que el que dice creer en Dios y no reconoce la verdad.

Conclusión para nosotros: La victoria sobre Satanás se gana "día a día". Los creyentes deben demostrar con la coherencia en su vida que luchan contra el mal y, con la ayuda del Padre Dios, va desapareciendo y van disminuyendo también los prejuicios de maldad y la injusticia en nuestro mundo. Y, al final, triunfará el 
AMOR.