Marcos 4, 26-34

La semilla, que germina y crece...

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo  

 

Para que sepamos claramente cómo debe ir creciendo en nosotros el Reinado de Dios, se sirve Jesús de las parábolas de la semilla y del grano de mostaza.

1) Nosotros queremos hacer las cosas a lo grande": ¿Queremos iniciar una empresa, un negocio?
-encargamos el "proyecto" a arquitectos e ingenieros de prestigio;
-nos hacemos con los "recursos" necesarios para poder terminar la empresa;
-pagamos propaganda por radio, televisión, periódicos, revistas, etc.;
-organizamos una gran fiesta para inaugurarla invitando a lo más "selecto" de la sociedad. El Reinado de Dios no tiene estos comienzos:
-crece en secreto, como la semilla en la tierra. Dios da el incremento y la hace crecer y desarrollarse y da frutos de solidaridad y justicia, de amor y de paz.
Son regalo de Dios, que hay que compartir.

2) La semilla del grano de mostaza es minúscula. Pero en el huerto, ya crecida, es una de las plantas mayores, sobresale por encima de las hortalizas y sirve de cobijo a las aves.
El Reinado de Dios es un proyecto entre otros: Como la mostaza se desarrolla entre las otras plantas del huerto, ofrece su fruto sazonado y se convierte en refugio seguro para los indefensos.
Así, por estas dos parábolas, descubrimos que el Reino de Dios se basa en la solidaridad, en la sencillez y en la confianza de su propia fuerza:
-es todo un proceso: primero hierba, después espiga, finalmente grano maduro;
-debemos por eso curarnos en salud y desterrar de nosotros los sueños de grandeza, las ansias de poder, que se nos meten dentro.
3) La comunidad de Jesús es insignificante en sus comienzos y carecerá siempre de esplendor humano. 
Renuncia a la grandeza, pero sus puertas están siempre abiertas.
Nuestras pequeñas comunidades cristianas, y la misma Iglesia como comunidad de comunidades, debe parecerse al grano de mostaza. Realmente necesitan una cura en modestia y sencillez. Sólo así crecerán.