Mateo 7, 15-20

"Por sus frutos los conoceréis"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo  

   

Nuevamente advierte Jesús a sus discípulos llamándoles la atención sobre un peligro, que puede instalarse en la comunidad. la presencia de los falsos profetas.

Para reconocerlos nos da Mateo una sabia norma: la calma prudente, es decir, saber esperar hasta que cada uno vaya dando sus frutos. Será entonces cuando se verán los actos concretos, las obras, que distinguen al verdadero del falso profeta. Veamos cómo nos lo dice Mateo:
1. Mateo nos enseña con seguridad a reconocer a los falsos profetas. Examinemos sus frutos, sus obras. Para desacreditarlos, los compara con cardos y espinos.
2. Refuerza esta regla de oro con la comparación del árbol y sus frutos para distinguir con exactitud el bien del mal en el ser humano.
3. Y sigue Mateo: "los árboles, que no dan fruto, sólo sirven para ser arrojadosal fuego". Igual les pasará a los falsos profetas: les vendrá su autodestrucción.
4. Con una nueva comparación desenmascara a estos falsos profetas:"son como lobos con piel de oveja". Examinad sus obras.
5. Entonces, ¿cuál es el profeta auténtico?
a) El que nos trae, como única referencia, el mensaje y vida de Jesús.
b) Se le exige, además, coherencia en su vida, lo que servirá como verificación del anuncio.
Resumiendo: Todo el que dice y no hace está fuera de la comunión cristiana, aunque, externamente, permanezca en ella, pues se identifica con los fariseos, de los que Jesús dijo: 
"Haced lo que dicen... no lo que hacen" (Mt 23, 3). Y es que la vida del profeta tiene que estar acompañada de obras más que de palabras, es decir, de palabras respaldadas por la vida.