Mateo 8, 28-34

"¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios?"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo  

 

Verdaderamente el evangelio de hoy nos presenta una escena lúgubre, tétrica, que tiene lugar en el país de los gerasenos, tierra de paganos, ubicada al otro lado del lago. Sucede así:

- Desde el cementerio ("salían de los sepulcros", nos dice el texto de Mateo) acuden a Jesús dos hombres poseídos por el demonio. El cementerio es lugar de muerte y en él estos dos hombres han estado permanentemente manteniendo un combate de violencia e impureza. Recordemos que, para los judíos, el contacto con sangre, cuerpos muertos o tumbas, vuelven impura a una persona que, para poder participar de nuevo en el culto, debe hacer antes toda una serie de
ceremonias de purificación.

- Desean salir de su estado de muerte y descubren en Jesús una posibilidad de vida. Jesús los libera de inmediato, hace que los espíritus inmundos salgan y se alejen de ellos. Los manda, conforme a su petición, a una piara de cerdos. Recordemos que estaba en tierra de paganos, donde abundaban los cerdos, y que el cerdo, para los judíos, era animal impuro, y, por tanto, el lugar más adecuado para el demonio. Termina toda la piara ahogada al despeñarse en el mar.

- La escena es dramática y rica en simbolismos. Se palpa la contradicción de una existencia endemoniada en estos dos hombres. Aparece en ellos el demonio, el mal, con todo su poder, que llena de conflictos la vida de estos hombres por vivir en tierra de paganos, según la mentalidad judía.

-Nosotros vemos este milagro como signo maravilloso de la venida de Cristo, salvador de todos los pueblos, también de los paganos. Serán los apóstoles los que recorran el mundo anunciando la Buena Noticia. Todavía es pronto. No ha llegado aún el tiempo de los paganos. Por eso, los gerasenos se muestran hostiles a Jesús y, al verle, le piden que se aleje de allí.

- De lo que no nos cabe duda alguna es que Jesús, ya en ese lugar pagano, libera a dos hombres del miedo a los demonios, sacándoles de ellos y dejándoles en paz. Desde entonces, quien se acerca Jesús y se encuentra con El, aunque sea pagano, queda liberado.