Juan 20, 19-23

"Recibid el Espíritu Santo"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo  

 


Diez siglos después de escribirse el relato de la confusión de lenguas de Babel, leemos en los Hechos del Apóstoles esta otra de Pentecostés, fiesta de la siega para los judíos, y en la que recordaban el pacto del Sinaí (mediante la entrega de Dios a Moisés de las tablas de la Ley) después de la salida de Egipto. También ahora, cincuenta días después de la Resurrección, se disponen los Apóstoles a recoger el fruto de la siembra del Maestro. Y necesitan la presencia del Espíritu.

La muerte de Jesús en la cruz les llenó de temor. El temor es contrario a la fe.

Tener fe es confiar. Los Apóstoles, según nos dice Juan, en vez de anunciar el Evangelio de Jesús, se encerraron por temor a los judíos. Y, ahora, de repente, se presenta el Señor y les desea la paz, es decir, la vida, la salud, la integridad. Y, entonces, la alegría vuelve a su rostro, ante este encuentro.

El Señor les dice que deben continuar la tarea, que El había iniciado. Son ellos los que deben hacerse cargo de la misión comenzada por Jesús. El mandato, que Jesús había recibido del Padre, es el fundamento de la misión que ahora les recomienda.

Este envío de Jesús se ve reforzado por el don del Espíritu Santo. La palabra espíritu significa soplo, aliento vital, fuerza. Todo ello ligado a la paz, en hebreo shalom. Esta paz, es decir, la vida, se rompe por el pecado que expresa nuestra respuesta negativa al amor. Por ello, perdonar es dar vida, perdonar a alguien significa que esa persona es capaz de amar nuevamente restableciendo
así la amistad con Dios y con los demás, que había roto el pecado.

Perdonar supone coraje y riesgo. Lo contrario de la actitud de temor de los discípulos antes de recibir el don del Espíritu. Sin coraje, sin riesgo, resulta imposible hacer presente el evangelio en medio de situaciones conflictivas. Como Iglesia, que somos, no podemos, por temor, quedarnos en casa con las puertas cerradas.

En Pentecostés Dios hace el milagro de entendernos dentro de una pluralidad de lenguas, culturas, etc. En Pentecostés se abren las puertas y nace una comunidad nueva. libre, como el viento, y ardiente, como el fuego. Pidamos al Señor que descienda sobre nosotros su Espíritu para que terminemos con la intolerancia e intransigencia.