Mateo 9, 32-38

Rogad al Señor que mande trabajadores

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo  

 

El evangelio de hoy tiene relación directa con la curación de los ciegos. A continuación le presentan a Jesús un endemoniado mudo. Incluye la sordera, pero se hace resaltar especialmente la mudez, que imposibilita la comunicación del ser humano. Así, a través de Jesús se nos muestra un Dios Padre
vulnerable ante la miseria humana. Por eso: 

1) Cura al endemoniado.
2) Ve las carencias de su pueblo, se le remueven las entrañas y siente compasión de aquella multitud abandonada, como ovejas sin pastor.

Examinemos los dos hechos:
1) Curación del endemoniado mudo. No quiere escuchar la voz de Dios, ni seguir su proyecto de salvación, porque otras cosas le asfixian, esclavizan y ensordecen.
"Bíblicamente", sordomudo es el que pierde contacto con su propia realidad de hijo de Dios. Vive paralizado y no es libre al verse privado de la comunicación con Dios a través de su Palabra.
"Y quedó librado del mal".

2) Compasión de Jesús hacia la muchedumbre abandonada. Se resalta la necesidad de pedir al dueño de la mies que envíe abundantes obreros con la misión de anunciar el Reino de Dios a toda criatura.

Pueden ser hombres y mujeres, cualquiera de nosotros que, contagiados por Jesús, sintamos la pasión, el dolor y el sufrimiento humano. Cualquiera de nosotros o, mejor dicho, todos y cada uno:
-que limpiemos la ceguera de cuantos no ven los signos y acontecimientos, el camino y la voluntad de Dios en sus vidas;
-y que nos liberemos de la mudez de su voz para proclamar la bondad de Dios y para entusiasmar a otros, que inician ese camino.

3) No olvidar, en nuestra oración al Padre, pedirle que envíe obreros a su mies. Y esta intención debe ser primaria entre nosotros.