Mateo 28, 16-20

Solemnidad de la Santísima Trinidad, 15 de Junio

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo 

La fiesta de hoy nos recuerda un punto central de nuestra fe. Así nos comenta G. Gutiérrez:

1. Hacer discípulos.
Desde Galilea, allí donde Jesús realizó preferentemente su misión, son enviados los discípulos a anunciar el evangelio y bautizar "en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Desde la provincia, la tierra despreciada por los orgullosos habitantes de Jerusalén, se proclama al Dios vivo. El envío tiene lugar en un monte, lugar tradicional en la Biblia de una revelación importante.

La escena es sobria, no hay elementos maravillosos, simplemente "al verlo se postraron." Jesús recuerda su poder, un poder de servicio, no de dominación.

La misión consiste en "hacer discípulos", fórmula concreta para decir "proclamad el evangelio".La expresión está en la línea de Mateo cuyo tema central es el discipulado. A eso debe llevar el anuncio del evangelio, a hacer de quienes lo escuchan seguidores de Jesús. Personas, que hagan de sus enseñanzas la pauta de sus vidas. El evangelio no se transmite sólo con palabras: las palabras deben estar acompañadas de gestos. Dar testimonio del evangelio consiste en estar atentos a esos dos aspectos. La palabra sin el compromiso es hueca, el gesto sin la palabra no es claro. Se trata de seguir el comportamiento de Jesús que da la vida y explica su sentido con su mensaje.

2. Bajo la guía del Espíritu.
La tarea es hacer discípulos a todos los pueblos. El discípulo no es una persona aislada, la fe se vive en comunidad y la fe anuncia un Dios-comunidad también. Esa comunidad (Trinidad) en Dios mismo es expresión de su vida, en ella debemos ser bautizados.

La fe en el Dios vivo nos libra del temor, ser discípulos es ser libres, no esclavos. El hijo es dueño de casa, no servidor. Ese espíritu de libertad nos libera de toda forma "milagrera" de vivir la fe cristiana.

El discípulo de Jesús debe encarnar, a través de gestos y palabras, el evangelio de amor y justicia en la historia concreta. Es decir, en la vida diaria de carencia de lo más elemental, de desempleo, de maltrato al pobre, de conflictos sociales, de lucha por la justicia. Si aceptamos así "ser llevados por el Espíritu" y dar amistad, Jesús estará siempre con nosotros.